Debería hacerme mirar estas tendencias que tengo hacia el masoquismo. Que está bien probar cosas nuevas y abrir la mente a nuevos horizontes, pero lo de que el hombre es el animal que tropieza y se machaca dos veces o más con la misma piedra se aplica a la perfección, lamentablemente, en mi caso.

Si no tuve bastante con soportar la droga dura de las representaciones surrealistas, decidí repetir, en un acto del que me arrepentiré toda la vida, para darme al abstracto. Abstract Sunday. Haciendo un ejercicio de regresión mental, he de reconocer que no me fijé mucho en la tématica y me deje atrapar por la publicidad. Musicircus. Así sonaba. Y no me negareis que sonaba interesante. Pero bajo esa máscara de espéctaculo se encontraba la cosa más vergonzosa y transpasando el descojone que he visto hasta la fecha.

Un ser humano con dos dedos de frente habría examinado previamente lo que este «artista» nos proponía. A mi ya me sonaba raro que fuera a marcarse un número musical de tres horas, pero oiga, no fuera a ser que me lo perdiera y fuera a ser digno de mención. Error.

El perpretador acusado por crímenes contra la humanidad: John Cage. Si entrais en el enlace vereis en la foto que se esta partiendo el ojete moreno de todos nosotros. Y con razón.

No en vano compuso una pieza musical especialmente para piano de 4 minutos y 33 segundos en completo silencio. Con dos cojones. Y bien gordos. Vaya vacilada. �l y los colegas que le siguieron la gracia. Por lo menos tuvo la dignidad de hacerla solo para piano y no para orquesta entera. Que vamos, la única dificultad debe radicar en que el pianista se levante exactamente a los 4’33». Que no debe ser fácil. Pero con un crónometro se consigue lo mismo y sin necesidad de pasarse años en el conservatorio. Digo yo. Ah y por si os lo estabais preguntando: Sí. Lo pusieron por la radio.

Pues nada, ahi estaba yo desconocedor de semejante hazmerreir. Esperando la puesta en escena dividida en varios escenarios.

El primero de ellos compuesto por tambores. Pensaba yo, ingenuo, y pensaba el resto de la concurrencia que estaban calentando, pero no. Era parte de la obra. Carente de todo ritmo. Ahora un pom. Me callo. Ahora golpeo un lateral. Plim. Bostezo. Ahora otro tambor responde. Pum pum. Silencio. Ahora pongo la mano encima. Y golpeo. Pf. Truño. La concurrencia alucina. Plof. Ahora golpeo cuando me apetece. Máxima concentración. Plis plas Pum. Sudores. Y ahora me quito un zapato y golpeo con él (atención a la foto). Ojo, moreno. Ojo.

Bueno. Un ritmazo. La gente como os podeis imaginar estaba enfervorecida. Un fiestón.

Otro escenario. El artista: un tío cool, con una mesa de sonido que debe costar una millonada, sintetizadores, ecualizadores, altavoces, un Mac-megapower megaconectado. Todo para hacer esto:

Y eso que esta era la parte animada. Que ya me estuve ahi unos 20 minutos esperando a que se despertara. Sin éxito. Más fiestón. Tanta juerga va a ser mala. Que los excesos luego se acaban pagando.

Siguiente escenario. Los artistas: una banda de metales. Trombon, trompeta, tuba. La pieza. Una única nota tocada contra la pared. Supongo que para evitar la vergüenza y por eso de que atacar por la espalda no es de hombres de honor.

Siguiente puesto. Este ni hice video, ni foto, ni margaritas en vinagre. Voy a ver si puedo describirlo. Un colega (se acabó lo de artista) emitiendo sonidos, gritos, ruidos variados. Eso si, con partitura. Y con un cronómetro. Que cada ruido tendra su hueco en el caos. Digo yo. �Iiiii!!! uuuuooohh!!! MOOOOOO!!! pioojojoijo!!!! Insoportable.

Nota: Por algun extraño motivo me recordó al espidio de Friends del «sonido Ross». Igual, pero sin ritmo.

Y vamos con el plato fuerte. La culminación de la fiesta. Que me he guardado lo mejor para el final. En escena 14 guitarras con sus respectivos amplificadores. 14 mujeres guitarristas con blusas de volantes y en el suelo las guitarras y un juego de unos 6 o 7 pintauñas por persona.

Bueno. Tuve que hacer videos, pues sabría que mi léxico no iba a bastar para describir semejante esperpento. Os juro eso si, que antes de empezar se paso una señorita guitarra por guitarra afinando cada una. No fuera a ser que alguna fuera a romper la armonía. Y ese cuidado con el sonido, ese mimo por el detalle tiene resultados como esto :

Sí. Es verídico. No es que el sonido sea malo por mi cámara. Sonaba así. El horror se puede recrear con pintalabios. Eso si, ellas muy concentradas y sincronizadas (tenían unas pantallas para ello) arrastraban los pintauñas, golpeaban o los lanzaban contra las cuerdas.

Claro, me entró la risa. Y demasiado que aguanté. Esa misma risa floja que te entra en estudiando en la biblioteca o en clase cuando no puedes reirte y que no hace sino incrementar. Me tuve que tapar la cara con las manos. Y reir y llorar conteniendo las lágrimas en silencio.

Vaya huevos señor Cage. Vaya huevos.