Me considero una persona afortunada. Creo que he tenido la suerte de conocer a mucha gente interesante y que han dejado huella en mi vida. Entre ellos y entre muchos otros, mis amigos de mi temporada en tierras germanas.

Esta semana tuve la alegría de reencontrarme con uno de ellos aunque solo fuera por unas pocas horas. Alberto, el artista, y su hermano me acompañaron para una ronda de pintas y una cenita. Un lujo señores, un auténtico lujo.

En dicho grupo siempre bromeados diciendo que no pasa el tiempo cuando nos vemos, que nos despedimos ayer tomando un café para volver a quedar al día siguiente y seguir la conversación por donde la habíamos dejado. Y eso, aunque hayan pasado meses, es una gozada.

Asi que aprovecho la alegria del reencuentro para mandar un abrazo a todos los que hacen que cuando los caminos se cruzan de nuevo parezca que siempre hemos ido juntos.

El lunes volveré, y seguiremos exactamente por ahí, por donde lo habíamos dejado.