No he podido resistirme. Llevaba tiempo deseando hacer el post del Jökulsárlón, así que ahora que llegaba su turno no he podido esperar. Los pingüinos y las tapas tendrán que esperar. 🙂

Y es que si hay me preguntáis por algo en especial de Islandia, algo que me haya marcado, que recordaré durante mucho tiempo (espero que por siempre), esto será el Jökulsárlón.


Siguiendo el recorrido que bordeaba la Isla la carretera cruza por un puente este lago glaciar. Curiosamente sólo existe desde 1934 que fue cuando empezó a derretirse el glaciar dando lugar al lago. Precisamente este deshielo hizo que en 1975 ocupara una superficie de casi 8 km cuadrados algo menos de la mitad de los 18 km cuadrados que ocupa ahora mismo.


Un lago de azules eléctricos y 200 metros de profundidad que obliga a pasarte un par de horas a su alrededor, hipnotizado por las olas y el hielo a pesar del frío de los alrededores.


En ninguna otra parte del mundo se puede acceder a icebergs tan fácilmente como aquí. De hecho una de las atracciones turísticas (en verano, mecachis) es el navegar en una lancha motora entre sus hielos.


Su próximidad al mar es tal que el deshielo de la lengua Breiðamerkurjökull genera el que quizás sea el río más corto de Islandia con solo 1.5 km de recorrido. 🙂 El mar por tanto a un paso permite el paso al lago de peces y focas (aunque no pudimos ver ninguna 🙁 requetemecachis). Aunque algún gavioto si que vimos…



Un lugar como este no ha sido desaprovechado por estudios cinematográficos. ¿Algunos títulos? Licencia para Matar y Muere otro día de la saga Bond, Tomb Raider y Batman Begins (entre otras) se han aprovechado de este maravilloso enclave para sus fotogramas.


Uno de los lugares más mágicos en los que he estado. Y también de los que más me han frustrado fotograficamente hablando. Es imposible coger la esencia. Creedme que es para verlo. Nosotros pensamos que si el viaje se acabara ahí y no hubieramos visto nada más ya habría sido algo increible.

Maravilloso Jökulsárlón. Maravilloso.