El 11 de Septiembre de 1297, se encontraron los ejércitos ingleses dirigidos por John de Warenne con 25.000 soldados de infantería y 600 caballeros y el ejército escocés bajo las órdenes de Andrew Moray y William Wallace con 7.000 hombres y 150 caballeros. En Stirling, separados por el río Forth y con un único puente para cruzarlo.

Ansiosos por entrar en batalla, la caballería inglesa atacó empezando a cruzar el puente. Los arqueros escoceses lanzaron una lluvia de flechas por encima de los caballeros partiendo su ejército en dos. Los 5.000 ingleses que quedaron aislados fueron masacrados y muchos fueron arrojados al río donde murieron ahogados por el peso de sus armaduras. Tras el golpe moral el ejercito inglés derruyó el puente y se retiró, dejando las tierras en posesión de los escoceses.

Fue la primera de una serie de batallas que llevaron al ejército de William Wallace a llegar incluso hasta Newcastle, antes de caer derrotado en la Batalla de Falkirk, traicionado por los nobles escoceses comprados por el rey Eduardo I de Inglaterra. Aún a pesar de esta derrota William Wallace siguió luchando a los ingleses hasta que fue capturado cerca de Glasgow y conducido a Londres donde se le torturó hasta la muerte.

Precisamente en Stirling, donde tuvo lugar su primera gran victoria, en la cima de la colina Abbey Craig, se alzó en el siglo XIX un monumento para recordar su imagen y su historia.

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67 metros de altura, desde cuya cúpula se pueden observar los siete campos de batallas que rodean Stirling, tiene unas vistas impresionantes y solo por eso merece la pena subir los 246 escalones en espiral.

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El edificio además está dividido en plantas (no todas con el mismo interés) donde se puede encontrar entre otras muchas curiosidades el mandoble de William Wallace, uno de tantos espadones Claymore de 1,64 metros de altura (aproximadamente la altura media del escocés de la época).

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Lo peor sin lugar a dudas las cutreactuaciones de la vida de Braveheart perpetradas por un par de actores…

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… y la hipermegacutre estatua de Wallace Mel Gibson. Mis ojos! Mis ojos!

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Luchad y puede que muráis. Huid y viviréis… un tiempo al menos. Y al morir en vuestro lecho, dentro de muchos años, ¿no estaréis dispuestos a cambiar todos los días desde hoy hasta entonces por una oportunidad, sólo una oportunidad, de volver aquí a matar a nuestros enemigos? Puede que nos quiten la vida, pero jamás nos quitarán LA LIBERTAD.

Por cierto, que siento quitar parte de la magia, pero la última frase no la dijo el propio Braveheart, sino el guionista de la película adaptándola de una frase de Enrique V, de William Shakespeare. Jur jur!

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