Banksy es sinónimo del paisaje urbano inglés. Sus obras, que comenzaron en Bristol, pero principalmente las de Londres, le han traido fama y reconocimiento internacional. La mayoría de sus trabajos están hechos con plantillas y muchas de sus imágenes son completamente icónicas ahora. (Por cierto, la rata que tanto llamó la atención en una de las paredes de Liverpool es cosas suya). Ha pintado a lo largo de todo el mundo y en sitios tan distintivos como el muro de Palestina.

Un artista, casi anónimo, del que se sabe practicamente nada, aparte de que nació en 1974 en Bristol, de que sus obras cargadas de crítica social y anticapitalista. La polémica salto hace poco cuando sus obras se empezaron a vender en galerías por miles de libras rompiendo sus principios antisistema, para beneficiarse de él.

Lógicamente un artista que se basa en el graffiti, siempre estará rodeado de polémica, pues por quien lo considera arte hay al menos otro que lo considera vandalismo. Yo personalmente (me voy a mojar un poquillo) me encuentro entre los primeros, diferenciando los graffitis de las firmas (que odio), pero es que además muchas de sus ideas me parecen igualmente feroces y brillantes, cargadas de ironía y mala leche.

Banksy también se hizo famoso por colocar obras suyas en museos como The British Museum, el TATE Modern, el MOMA de Nueva York… de manera totalmente clandestina. Para eso, entra disfrazado para que no se le pueda reconocer y coloca su obra y una plaquita explicativa, para vergüenza de los sistemas de seguridad de los museos. (No os perdáis el siguiente video, cortesía del youtube).

Lo casi último fue marcarse un graffiti en pleno centro de Londres, en el que se quejaba con el lema «One Nation Under CCTV», de la cantidad de cámaras que nos graban cada día. El hecho de que este graffiti estuviera hecho bajo la «atenta» mirada de otra cámara, provocó indignación y admiración por partes iguales. Toda una figura. De verdad que merece la pena pasarse un rato navegando por su web.

Decía de lo casi último, porque lo último fue invitar a artistas de todo el mundo para que decoraran un tunel abandonado. A este festival que pretendía convertir, en sus palabras, un olvidado pozo de inmundicia en un oasis de arte. Esto fue The Cans Festival.

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29 artistas trabajando a lo largo de media milla de túnel y aunque ya no mantiene el ambiente de la inauguración con sofas y coches abandonados en sus dependencias, las paredes siguen estando decoradas para quién quiera verlas. En Leake Street, muy cerquita de Waterloo.

Y sus «discípulos» al igual que el maestro destilan mala leche y unas cuantas reflexiones interesantes.

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El que se haya quedado indiferente, que levante la mano… 🙂

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El resto de las fotos, en su pared correspondiente.