Vértigo. La sensación de nervios que atenaza la boca del estómago mientras piensas que quién te mandaba a ti meterte en nuevos berenjenales, con lo a gustito que se está haciendo lo que ya sabes. Momentos de indecisión. Entonces firmas. El paso justo con el que se van las dudas y sólo queda el «a por todas».

Ya está. Ya los tengo en mi poder. Mis billetes para dar la vuelta al mundo.

Una historia que comienza en unos días, pero que lleva tanto tiempo dando vueltas en mi cabeza que parece mentira que se vaya a cumplir. Pasó de sueño irrealizable a sueño difícilmente realizable una vez aterricé en Londres conocí a gente que lo había hecho. Gente que había decidido romper durante un tiempo con su vida para ver que hay más allá. Estudiantes en su mayoría. Mochila al hombro, millas por recorrer y experiencias por vivir. En aquel entonces se me caía la baba imaginándome como sería y fantaseaba con el camino, la gente, el mundo…

Fue hace un par de años cuando mi amiga Bego decidió seguir el mismo camino. Rompió con su vida en Londres y decidió que Sudamérica era muy grande para vivirla en unas vacaciones y con los Andes de columna vertebral se cruzó el continente. Ella, a sabiendas de mi atracción fatal (desde las ganas de descubrir) por Asia, me regaló antes de marchar una guía de todo el sureste asiático. Es posible. Llegará el momento en que puedas hacerlo. Me perdí en esa guía inabarcable.

Los planes se forman de la manera más tonta. Alguien te pregunta un ¿Si pudieras hacer una vuelta al mundo, donde irías? Y tu mente empieza a divagar y rápidamente creas tu recorrido ideal. Un mes por aquí, otro perdido por allí, aquí me cojo un coche, esto tengo que verlo, esto no me lo podría perder, aquí seguro que se come genial y acabas con un papel usado garabateado con lugares y sitios. Sorprendentemente, mi viaje no varió mucho en mi mente desde entonces.

Y entonces, mientras la idea llevaba meses acomodada en mi subconsciente llegó la crisis. No tener mucho que hacer lleva a pensártelo con detenimiento y pensar por primera vez en que esto podría ir en serio. Que esta podría ser la oportunidad que estaba esperando. Pides una excedencia amparado en una situación laboral y te responden que por supuesto. Y entonces todo se acelera. De esto hace un mes y medio.

Ahora, aún con muchos preparativos por terminar, en mitad de las vacunaciones, con el pasaporte corriendo entre consulados, estudiando el equipo y el peso, con todo a medias pero con los billetes ya comprados te vas dando cuenta de cómo el sueño se va convirtiendo en realidad y que te marchas.

Y te tiemblan las piernas, pero nadie te puede quitar la sonrisa.

Around the world

El viaje comienza el 19 de Mayo con destino a mi idolatrado Londres para volar a Rusia, donde visitaré San Petersburgo y Moscú antes de coger el tren Transiberiano y cruzar Siberia hasta alcanzar el Pacífico en Vladivostok. Será el momento de entrar en China y valorar si será posible entrar Tibet (según como esté la situación política del momento) para salir por Nepal. De ahí al corazón del sureste Asiático. Volaré a Tailandia para terminar de hacer los visados para Myanmar, Vietnam, Camboya y Laos antes de seguir hacia el sur, hacia Malasia, Singapur e Indonesia. Desde Bali, haré una breve parada en Australia (Sidney) antes de alcanzar Nueva Zelanda. El último tramo del viaje implica una parada en Polinesia y otra en la Isla de Pascua antes de llegar a mi último destino, EEUU, donde visitaré San Francisco, Chicago y cerraré el viaje en Nueva York antes de volver a Madrid. En total 6-8 meses, dependiendo de si el dinero aguanta.

Planes planes. ¿Cuanto de esto se cumplirá? Se aceptan apuestas, lo mismo acertamos en algo. Y si no, ¿que más dará? Me voy!!! Empiecen a preparar la mochila que no queda nada. Yo voy a por una tila.