(Con el retraso que me caracteriza y que seguro sabrán disculparme, este breve post debería haber sido escrito el día 25 de Agosto de 2009)

Hanoi 16

El corazón de la cobra aún latía levemente cuando lo cogí entre mis dedos para meterlo en una pequeña copa llena de su misma sangre aún caliente. Lo miré sólo durante unos instantes, sin darme tiempo a pensarlo. Después, lo tragué de golpe.

Hanoi 17

Hanoi 18

Las manos hábiles del cocinero habían estado jugando con la serpiente, mareándola, antes de rebaznarla el cuello (¿tienen cuello las serpientes?) a algo menos de un par de metros de nosotros. Una shockeante presentación del plato que nos íbamos a comer. Durante un tiempo tuve dos corazones latiendo en mi interior. Que digo yo, que si siempre fui capaz de comer morcilla indiscriminadamente, esto no debería afectarme demasiado.

Hanoi 20

Hanoi 03

Era el final de un breve día en Hanoi, la capital vietnamita, un hormiguero descontrolado motorizado mayoritariamente sobre dos ruedas. Las calles están tomadas por las motocicletas que se entrecruzan entre ellas de una manera inimaginable para nuestras mentes occidentales. Innumerables filas interminables cuyos motores y pitar continuado conforman la banda sonora de una ciudad que hierve, que se respira viva.

Hanoi 13

Hanoi 10

No tiene mucho más. Hasta la fecha y en lo que a templos y monumentos se refieren tengo que confesar que Vietnam está resultando francamente decepcionante. Es mucho más divertido perderse por los callejones del Barrio Antiguo, por donde las aceras están invadidas por puestos de comida, mercados y motos aparcadas, así que la única manera de transitarlo es caminando por la carretera, mientras esquivas y te esquivan. Es la realización del caos. Allí se mezclan los sentidos, hasta que llega un punto de aturdimiento que fascina.

Hanoi 15

Hanoi 08

(Mirar por donde se conduce es uno de esos conceptos obsoletos y totalmente sobrevalorados)

Pudimos comprobar insitu la famosa teoría (o quizás debería decir ley dado que es demostrable) que indica que para cruzar una calle en Hanoi lo único que hay que hacer (y además lo único posible) es cruzarlo. Lanzarse a mitad de la corriente sin mirar, a paso firme y seguro y sorprenderte al ver cómo las motos te esquivan a tu paso. Claro que en el proceso se pasan sudores, temblores y demás sensaciones cuyo conjunto definimos como miedo. O cagarse de miedo. Y cuando llegas sano y salvo (aunque quizás con unas cuantas canas más y algunos años de vida menos) no te lo acabas de creer. Mi voto para considerarlo deporte de riesgo.

Hanoi 12

Hanoi 09

Hanoi 07

Fue además el punto de encuentro del resto del equipo. Apenas unos días juntos que comenzaron en el restaurante KOTO en el centro de la capital Vietnamita. KOTO es el acrónimo de Know One Teach One (Conoce y enseña) y es un proyecto que es fascinante por lo que propone y a la vez está siendo todo un éxito. Jimmy Phan, su fundador dejó su trabajo en el sector turístico para fundar este restaurante en forma de ONG, que se dedica a formar a niños y niñas vietnamitas que viven en la calle para que puedan trabajar en un restaurante, tanto de camareros, como cocineros, como en gestión de establecimientos de este tipo. Ahora mismo hoteles de cinco estrellas como el Sheraton les contratan para trabajar. Es otra de esas historias de un héroe anónimo. ¿Y la comida? Riquísima. Por si hubiera alguna duda.

Hanoi 14

Hanoi 06

Hanoi 05

Decía pues, que con la incorporación de Vane y Japogo, ya estabamos todos y siempre es un placer comprobar que la vida se vive mucho mejor en directo que a través de mails y llamadas de teléfonos. Sigo teniendo el honor de tener amigos que se lían la manta a la cabeza y sacrifican su organización para pasar unos días en mí desorden. Y convendrán conmigo en que qué menos que una cobra para celebrarlo. ¿Quién se podría negar? Lo que viene siendo un reencuentro habitual. 😉

Hanoi 19

¡¡A su salud!!