(Pasé por la capi, rápido y velozmente, un 24 de Abril de 2010)

Wellington 01

«¡Avanzad, sin temor a la oscuridad! ¡Luchad, luchad jinetes de Théoden! Caerán las lanzas, se quebrarán los escudos, aún restará la espada. ¡Rojo será el día hasta el nacer del sol! ¡Cabalgad, galopad, cabalgad hasta la desolación y el fin del mundo! ¡Muerte!»

El sol recién despertado se entretenía en dibujar los fiordos que iba atravesando el ferry. Suaves colores pastel con que definir el agua y las colinas bañadas de oro. Atrás quedaba la Isla Sur. Atrás quedaba los Alpes, los lagos, las carreteras infinitas, las costas serpenteantes talladas entre acantilados. Volvía a la isla Norte. Y tenía que darme prisa. Diez mil vidas de hombre he hollado esta tierra y sin embargo me falta tiempo.

Wellington 02

Wellington 04

Recordaba que apresuré mi llegada al Sur temeroso de la bajada de las temperaturas y la llegada del mal tiempo y en la carrera había dejado demasiadas cosas que hacer en la Isla Norte. Era el momento de saldar deudas, pero prendado como me había quedado de la hermana del Sur, había gastado, sin lamentarlo, más tiempo del que había estimado. No quedaba otro remedio que seleccionar cuidadosamente mis paradas en la isla Norte. El tiempo una vez más aparecía como demasiado limitado.

Wellington 06

Wellington 07

Wellington lógicamente, era la primera parada. No es que tuviera un especial interés en la ciudad, pero como capital, pensé que al menos se merecería el beneficio de la duda. Sucede que cuando viajas con vehículo, llegar a las ciudades es de lo más cansino. Buscar sitio para aparcar, pagar por el aparcamiento, el alojamiento, es todo un estress. La otra opción es buscar un lugar en las afueras, pero claro, ya dejas de estar en la ciudad y de ver lo que tenga que ofrecer. ¿Que opciones quedaban? ¿Sólo rascarse el bolsillo? Ah, que pereza.

Wellington 10

Wellington 12

Una posible solución había llegado de la mano de un francés que conocí un par de días antes y que me había apuntado al parking central del Te Papa. El museo nacional. Con una tarifa de 12 dólares (6 euros) por 24 horas, son muchos los que lo utilizan no sólo para dejar el coche, si no también para pasar la noche en él. Más céntrico imposible y comparándolo con los 30 dólares que iba a tener que pagar por una cama en un dormitorio (más el parking) me pareció una opción más que razonable. Viviendo en un parking. Mi nivel de mendibuncidad estaba llegando a un nuevo nivel. No crean que era el único, no. Plagadito de caravanas y furgonetas.

Wellington 03

Wellington 05

Wellington 13

(El localmente conocido «Avispero», tanto por la forma como por ser el equivalente al Congreso de los Diputados. Arquitectonicamente dicen que o lo odias o lo amas, pero a mi dejó más bien indiferente)

Wellington, como el resto de ciudades me dejó un poco frío. Lo cual ha sido una constante en todas las ciudades de Nueva Zelanda. No sé si porque volver a la civilización cuesta, a las calles llenas de coches, los centros comerciales, los comercios, los hoteles, las ofertas, los tranvías, el sentirte desorientado, mirando para arriba, para abajo, todo un Paco Martinez Soria.

Wellington 15

Wellington 11

Aún así, lo más interesante de Wellington me pareció el callejear. Está tan plagada de esculturas de lo más extrañas que no sabes hasta que punto han dejado de ser elementos decorativos para ser parte de las calles. Es cuanto poco curioso. También resulta interesantes que siendo Wellington la capital, sea mucho más pequeña y tranquila que Auckland, lo cual lo deja en una posición entre medias de una gran ciudad y una ciudad abarcabable a pie.

Weta Cave 01

Weta Cave 02

Pero mi tiempo allí estaba contado. El hecho de que además los sucesivos retrasos en el rodaje del Hobbit no me dieran ni siquiera la opción de presentarme a los castings de orco también era de lo mas desmoralizador. Nadie sabe que sucederá con la película. No hay fecha de rodaje, no hay fecha de estreno, parece que va, pero vaya usted a saber cuando. Y yo, con lo importante que soy, y la apretada agenda que tengo, he perdido por vaya usted a saber cuantos meses, mi opción de participar. Problemas de calendario, que dicen las estrellas.

Weta Cave 14

Weta Cave 12

Me habría encantado eso sí, poder visitar las oficinas principales de Weta. Para quién no lo sepa, Weta fueron los encargados de todos los efectos especiales del Señor de los Anillos, y otras muchas cuantas películas rodadas en Nueva Zelanda, como las Crónicas de Narnia, el último Samuria, etc. Es interesante que Weta, comandada por Richard Taylor, creció conjuntamente con Peter Jackson. Ambos han sido un tremendo revulsivo para la industria cinematográfica de Nueva Zelanda.

Weta Cave 11

Weta Cave 10

Tuvieron gloriosos comienzos, con obras como la fantástica, gamberra y gore �Braindead� que apuntaba maneras. Zombies. Fantasmas. Un simio gigante y muchos otros seres han pasado por esos talleres que no hacen sino crecer y crecer. Esculturas, maquillaje, efectos digitales, robots, captura de movimiento, y un largo largo etcétera. El trabajo que hacen es alucinante.

Weta Cave 03

Weta Cave 04

Lamentablemente, el público no puede visitarlo por problemas de confidencialidad de las películas, lo cual, aunque decepcionante es entendible. En cambio, han montado una especie de minimuseo-tienda con muchas de las obras de arte y piezas de las películas. Armaduras, pruebas de maquillaje, figuras, bocetos, etc. No es demasiado grande, pero es como rebuscar en un desván lleno de memorias. Todo te suena, todo lo has visto en algún momento. Salí de allí con una sonrisa.

Weta Cave 08

Weta Cave 07

Weta Cave 13

(¡¡Gollum!!, ¡¡Gollum!!… a tamaño real)

Dicen, los viajeros que me he cruzado por el camino, que Wellington merece la pena vivirla, que hay mucho sucediendo en esta pequeña capital, muchas tendencias, mucha música, mucha vida. Quedarán, esas emociones, entonces postpuestas para cuando se pueda volver en forma de orco.

He dicho.

Wellington 14

Para variar, no se vayan todavía, aún hay más fotos urbanas y salidas de la imaginación de unos cuantos. 🙂