(O tal y como me despedí un 9 de Mayo de 2010)

Stars 01

«No os diré no lloréis, pues no todas las lágrimas son amargas»

Me quedé allí parado viéndola desaparecer, girando hacia la autopista, alejándose de mí. El Canario Milenario, quizás bajo un nuevo nombre, una nueva identidad, volvía a la aventura en manos de una nueva dueña, como un pájaro libre, a cabalgar las montañas, recorrer las polvorientas llanuras, dormir bajo las estrellas, ver atardecer junto al mar. Seguiría haciéndolo hasta que las fuerzas le fallaran. Quién sabe cuando. Y yo, mientras tanto, me despedía en silencio, entendiendo a Lando Calrissian.

Tras casi un año de viaje, y sin haber dormido casi nunca más de dos o tres días en el mismo sitio, pasar casi dos meses en la misma cama la había convertido inevitablemente en mi pequeño hogar. Traqueteante, incomprensible, llena de rugidos, inseparable compañera durante mi viaje en la otra punta del mundo.

Stars 02

Había sido casi una semana en Auckland descubriendo mis nefastas habilidades como vendedor al competir con otras decenas de dueños en mi misma situación. El fin del verano, con el Otoño en marcha y el Invierno a la vuelta de la esquina, éramos muchos los que abandonábamos la Tierra Media. En unos meses, las carreteras volverían a bullir con autocaravanas, furgonetas y demás vehículos, pero ahora, sólo los más valientes o los que comenzaban la temporada de esquí, parecían dispuestos a adentrarse en estas islas.

Dejaré las rocambolescas historias que sucedieron, brujerías, supersticiones y similares para contarlas en algún momento en vivo, acompañado de unas cañas, pues no hay palabras que definan el surrealismo que acompañó a la venta, pero sea como fuere, y tras ir cayendo en sucesivos y cada vez más profundos grados de desesperación, al final y al igual que en muchos otros momentos del viaje, todo acabó saliendo bien. Que siga la racha.

Stars 03

Atrás quedaban dos meses entre lo salvaje, entre naturaleza, intentando descubrir todo lo posible, intentando llegar un paso más allá de lo que me permitía el tiempo. Montañas, valles, picos nevados, lagos transparentes, colinas verdes salpicadas de ovejas, mares embravecidos descargando su furia contra las rocas, lluvias torrenciales y soles magníficos, caminatas en todas direcciones, simulacros de vuelo, delfines, focas, leones marinos, albatros, wekas, keas, possums, orcos, águilas sirviéndose en los fast-food que eran las carreteras, las mismas que habían olvidado lo que eran las lineas rectas, barrancos y cataratas, ciudades fantasmas, descubrir que a diferencia de lo que suponíamos si que estábamos solos, Sam, ríos, amaneceres, atardeceres y la vía láctea sobre el hemisferio sur, las estrellas… las estrellas.

Hay que reconocer que cumplir los sueños da miedo. ¿Y si nos defraudan? ¿Y si no es tan fabuloso como nos los deparaba la imaginación? ¿Estamos preparados para la decepción? ¿No sería mejor que se quedaran como sueños, vagando por la mente como un paraíso inalcanzable? ¿Cómo un sueño?

Lo he sentido tantas veces. Ese miedo que te atenaza. Esas expectativas tan altas que sólo pueden defraudar. Pero una vez más, hay una gran diferencia entre llegar a la meta y recorrer el camino hasta el final. Ya no recuerdo la imagen que tenía antes de llegar, pues la real la ha eclipsado de mi mente, pero sé que no esta parte del viaje no ha sido precisamente fácil. Demasiados imprevistos, demasiadas decisiones cada día, tantos y tantas, que puedo asegurar que no he aprendido tanto en todo el viaje, como aquí. Por primera vez pesó el estar sólo, demasiados kilómetros sin quién cruzar una palabra.

Stars 04

Sin embargo, ahora miro hacia atrás con cierto orgullo. No creo que nadie sino yo, pueda entenderlo, porque sé cómo soy y sé que muchas de esas decisiones las he tomado ignorando las partes de mi mismo que más odio, las mismas que siempre me han atenazado jugando con mi comodidad y miedo. Pues bien, lo hice. Lo conseguí. Y soy un poco más feliz por ello.

He abierto la boca impresionado tantas veces que contarlas sería imposible, diminuto, sobrecogido por la Naturaleza. Cuando todo se acabe, seguiré recordando el suave calor de la arena, los pliegues de las montañas, el ruido del agua, los cantos de los pájaros, el frío del hielo, el olor del mar, el color de los despertares. Y ya no tendré que soñarlo más porque ahora ya sé cómo sabe, como huele, como suena.

¿Y aún así, me atrevo a preguntarme si mereció la pena? Sin duda.

Stars 05

Namárië, Tierra Media.