De Héctor (Kirai) siempre supuse que aunque nunca hablara de ello, tenía un giroscopio en su poder. Era este, el desdoblamiento del tiempo, la única manera de estar metido (y sobrevivir) en todos los fregados en los que estaba. La otra alternativa era que como Sheldon Cooper, hubiera creado un si mismo artificial, cosa que le pegaba mucho más, porque es más de Big Ban que de Harry Potter. De cualquier manera, lo que siempre me sorprendió de él, es que a pesar de sus cientos de embrollos, conseguía sacar tiempo para tomar una cervecita, aprovechar a reducir un poco el extraperlo de cerdo que tenía en mi apartamento de Shibuya y crear planes imposibles para dominar el multiverso. Pero es que además, fue, es y será, junto con el resto de la familia tokiota, un excelente amigo.

Parece que fue ayer cuando nos tomamos la última en el bar que frecuentaban Charlotte (Scarlett Johansson) y Bob Harris (Bill Murray) en Lost in Translation en la cima del hotel Park Hyatt la noche antes de que Ignacio se marchara de Japón. En realidad nunca se fue, Ignacio sigue aquí con nosotros, es lo quiero creer para no echarle tanto de menos, al menos su espíritu «popo» se quedó con nosotros:

Iba a escribir sobre los quince días que compartimos por Tailandia las navidades del 2010 pero los demás invitados del blog se pusieron románticos y ¡yo no voy a ser menos! Así que empiezo recordando nuestra primera cita romántica en las calles de Shibuya y terminaré contando como terminamos haciendo «popo» en Tailandia cuatro años después.

Ignacio estaba de viaje por Japón en el 2006 y quedó con «El Kirai ese que tiene un blog de Japón» (¡Ese soy yo!), cenamos por Shibuya y al cabo de un rato terminamos haciendo fotos con trípode por Meiji Dori. Con la cámara en mano a Ignacio de cambió la cara, sonreía mucho más, le brillaban los ojos (También le pasa cuando habla de Star Wars o alguna otra película friki). Cuando vio que le escuchaba y le preguntaba cosas sobre las fotos que iba tomando, empezó a hablar y hablar, empezó a enseñarme mil cosas sobre el mundo de la fotografía que yo apenas conocía. Un mundo del que ya me había empezado a enamorar pero que gracias a Ignacio se convirtió en una afición que persigo cada vez con más pasión. Fue la primera vez que sacamos fotos juntos y no fue la última, años más tarde volvió a Japón para quedarse durante casi un año y pasamos horas y horas por las calles de Tokio afotando todo lo que veíamos.

Ese primer viaje a Japón de Ignacio terminó pero seguimos en contacto, chateando me fue convenciendo y terminé comprándome mi primera cámara reflex, una Nikon D40. Además de la reflex, Ignacio me inculcó el hábito de manejar la cámara en modo A. Ahora ambos usamos una Nikon D90 e Ignacio me intenta inculcar el hábito de usar el modo M, lo intento y ya casi voy en M siempre pero muchas veces sigo usando el modo A (¡No se lo digáis a Ignacio!). Todavía tengo mucho que aprender de la forma de ver el mundo de Ignacio a través de sus ojos que ven histogramas en tiempo real y a través de su cámara que siempre captura los paisajes con la luz perfecta.

Después de su viaje, después de convencerme para que me comprara una reflex, después de dos años desde aquel primer encuentro recibí este email en Junio del 2008:

2008/6/4 Ignacio Izquierdo :
Hola Hector!!

¿Que tal? ¿Cómo va todo? Parece ser que las cosas ya están resueltas. El viernes me dan el visado en la embajada y me tienen que mandar el billete para el avión para el lunes por la mañana. Así que si todo va bien, llegaré el martes sobre las 10.00 de la mañana y comenzaré a trabajar el miércoles.

Pues nada, nos vemos la semana que viene o cuando tengas un huequillo a partir de entonces!!
Un abrazo!!!

Ignacio

El resto es una sucesión de aventuras, fiestas, paseos y viajes con cámaras a cuestas que no terminaron nunca, siguieron incluso cuando Ignacio se fue de Japón. Me uní a sus aventuras por el mundo en Singapur, luego en Tailandia, también lo intenté en Bali pero al final no pude, en California al final no logramos coincidir y la próxima tengo la sensación de que será en Madrid el año que viene.

Ignacio es de esos amigos con los que por alguna razón misteriosa tengo un buen balanceo de buen y mal humor. Cuando yo siento que estoy un poco decaído y tristón, allí está Ignacio alegre y feliz para animarme, cuando Ignacio estaba con dudas por ejemplo a la hora de buscar casa aquí en Japón allí estaba yo con una sonrisa intentando darle el mejor consejo posible. Nuestro estado normal es estar los dos super alegres con adrenalina surgiendo por todos los poros de nuestro cuerpos. Solo recuerdo una vez en la que estábamos los dos tristes, fue un par de días después de que le dijeran a Ignacio que su aventura en Japón terminaba. Para intentar animar a Ignacio le dije de ir a sacar fotos por Yokohama, lo intenté, pero al final yo también me puse tristón, no lo pude evitar. Aquel día, Ignacio estaba realmente triste y me llevó abajo con él, nunca le he visto caminar tantas horas con una cámara al cuello sin tomar ni una sola foto. Fue un momento de muchísima incertidumbre en la vida Ignacio, a todos nos estresa más o menos la incertidumbre en el curso de nuestras vidas, nos gusta tener cierto control, o por lo menos tener la sensación de que tenemos control sobre el transcurso de nuestra vida. Resultó que Ignacio supo manejar la incertidumbre muchísimo mejor de lo que lo habría hecho yo, la idea de dar la vuelta al mundo, de la que hablamos largo y tendido durante ese paseo por Yokohama se hizo realidad. Ignacio estuvo viajando durante más de un año por todo el mundo con la incertidumbre de no saber dónde, ni con quién iba a estar al día siguiente. ¡Respect!

¡Ya sabéis, si Ignacio va con la cámara al cuello y no saca fotos, algo pasa! Quizás necesite dejar la cámara un rato y tomarse un par de whiskies, ¿Sabíais que una de las habilidades secretas especiales de Ignacio es la cata de whiskies? No le invitéis a un whisky cualquiera, invitadle a un Talisker y ya lo tendréis en el bote.

Thailand
Esta foto es la definición de Ignacio, Manfrotto en la espalda y cámara en el cuello. La tomé durante un atardecer en una isla de Tailandia. Estoy seguro que estaba revisando los histogramas de sus fotos del atardecer.

La última aventura que viví con Ignacio fue en Tailandia, me uní durante dos semanas a ese viaje por el mundo que compartió con nosotros en este maravilloso blog que cumple 1000 posts. Coincidió que allí estaba mi hermano viviendo y lo pasamos genial. Vivimos el ambiente nocturno de Bangkok, paseamos por Khaosan Road, nos perdimos y recorrimos medio país en un autobús que no sabíamos muy bien donde iba, nos bañamos en rios y cascadas por la jungla, vimos el museo más raro que he visto en mi vida, cruzamos el puente sobre el río Kwai, nos tomamos «las uvas» bajo fuegos artificiales y bajo la luna llena en Koh Phangan en una de esas famosas Full Moon parties tailandesas, dimos de comer a elefantes, recorrimos Koh Phangan en moto esquivando cocos buscando las mejores playas para fotografiar el atardecer, al final resultó que la mejor playa de la isla la teníamos junto a nuestra cabaña. Recuerdo la adrenalina de ir con el mapa de la isla, mirando el reloj, viendo como se acercaba la hora del atardecer y todavía no habíamos encontrado el lugar ideal para sacar las mejores fotos del día, recuerdo que acelerábamos y pasábamos de playa a playa cada vez más rápido intentando encontrar el escenario perfecto. Si, el escenario «perfecto», si no fuera por Ignacio no habría sacado fotos tan buenas durante mi viaje a Tailandia. Ignacio siempre me fuerza a ir un pasito más allá, es de esas personas a las que le gusta hacer las cosas BIEN, en ese aspecto me recuerda a mi padre. Es de esas personas que cuando se propone hacer algo BIEN lo persigue sea como sea hasta conseguirlo, ya sea dar media vuelta a una isla en moto para encontrarse con el atardecer perfecto o cruzar medio planeta para sorprendernos con sus fotos. Yo soy una persona bastante más práctica, a veces sacrifico el hacer las cosas BIEN por la practicidad y una vez hechas ir perfeccionándolas poco a poco. No se si Ignacio se habrá vuelto más práctico o no, pero yo sí que me he vuelto cada vez más perfeccionista, seguramente sea influencia de muchas personas de mi alrededor y quizás también la edad.

Durante el viaje a Tailandia casi obligué a Ignacio a hacer el ridículo conmigo y grabé vídeos haciendo «popo» con mi cámara que se quedaron en mi disco duro hasta hoy. En exclusiva aquí tenéis nuestro viaje por Tailandia resumido en un popoVideo:

Thailand
Ignacio buscando su siguiente objetivo.

Thailand
Nos bañamos en esta cascada justo después de que nos dijeran que
alguien había muerto ahí, justo después de haber visto un cocodrilo (O
algo parecido, era un lagarto de dos metros de largo que nadaba) que
nos dio un susto en una de las cascadas de más arriba. Recuerdo que no
sentí miedo, supe que si Ignacio se tiraba al agua no habría ningún
problema. ¡Mentira! Si que me dio miedo, vaya susto me dí cuando
montones de pececitos me empezaron a dar mordisquitos cuando estaba
saliendo del agua.

Thailand

Thailand
Ignacio, mi hermano y yo tocándonos las narices después de un día de aventuras por la isla.

Me dejo mil historias y miles de fotos en el tintero, seguramente necesitaría mil posts para contarlo pero lo dejo aquí. A seguir leyendo las aventuras de Ignacio en este blog durante mucho tiempo y deseando unirme a él en alguna de ellas en el futuro.

Vuelvo a donde empecé escribiendo. Vuelvo a la última noche de Ignacio en Japón, a ese último whisky que se tomó Ignacio en el bar de Bill Murray y Scarlett Johansson. Estoy seguro de que hablamos mucho sobre el futuro de Ignacio, sobre lo mucho que lo íbamos a echar de menos pero también hablamos de otra cosa. Pero por alguna razón la conversación derivó en las tetas de Scarlett Johansson. Nos pusimos a discutir sobre el peso de una teta de Scarlett Johansson, ¿Cuanto pesa una teta de Scarlett Johansson? Esa fue la gran pregunta de la noche. Recuerdo que la conversación se alargó tanto que incluso en el ascensor seguíamos hablando de las tetas de la Johansson. Después de muchas elucubraciones y cálculos aproximados de ingeniero llegamos entre todos a una cifra aproximada. Pero a día de hoy todavía no sabemos la respuesta.

Esa fue la última conversación absurda de Ignacio con los miembros de su família tokiota, una conversación que define a nuestra família. Al igual que Ignacio, otros de los miembros de la família tokiota también se fueron. Y al igual que con Ignacio me gusta negarlo y pensar que no se fueron, pensar que siguen aquí con nosotros. Pero en realidad por mucho que lo niegue ya no están aquí físicamente y me gustaría invocarlos a todos para que volvieran a la isla japonesa, YOU ARE THE CHOSEN ONE TO COME BACK TO THE ISLAND. Previously on LOST! Sí, Ignacio no había visto LOST hasta hace poco, ¿podéis creerlo?