La felicidad era eso. Ignorar el frío que entumece los huesos, olvidar el viento gélido que rebuscando consigue adentrarse entre las capas de ropa, abandonar el calor de unas ascuas para adentrarse en la fragilidad de una noche que empieza a romperse mientras en el cielo ninguna nube opaca el brillo de las estrellas, cóndores […]
