«Y sin embargo, se mueve» murmuró Galileo. Lo inevitable siempre llega aunque parezca lejano y uno no se lo acabe de creer, o incluso lo niegue. Diablos, yo no me lo acabo de creer. ¿Cómo puede ser posible lo que parecía imposible? En unas horas cogeré el vuelo que me llevará a reencontrarme con Londres por unas horas. Será el único destino familiar en un mar de desconocidos. A estas horas de la madrugada, ya tengo la mochila cerrada. Atrás queda un mes a cámara rápida corriendo entre consulados, vacunaciones, caza y captura de equipo, informaciones, cuentas y más cuentas, consejos, recomendaciones y una ristra de buenas suertes con las que es imposible que algo vaya mal.

Muchos abrazos y la certeza de que entre los muchos que me encuentre por el camino, habrá algún que otro rostro conocido. Ahora queda el vértigo. Tengo más miedo de que jamás me atreveré a reconocer, los nervios agarrados y aunque al igual que en los exámenes de la Universidad, siempre parecía que con una semana más habrías hecho maravillas, lo cierto es que tengo la necesidad de comenzarlo ya y dejarme de teorías y comoserás para pasar a la práctica. Alegre incertidumbre. Los sueños se cumplen y uno no sabe ni cómo se siente. Desde luego, mal no es.

Le he puesto el listón al Mundo muy alto. Tiene la obligación de no decepcionar. Y me consta que no piensa fallar.

A todos vosotros, nos leemos! A ti, Mundo, prepárate… que allá voy!!