El arte en Naoshima está repartido por todas partes. Entre la naturaleza, en sus museos integrados con la naturaleza, en sus casas recuperadas del pueblo. Es a la vez una muestra al aire libre y bajo techo. Al final a lo artificial y a lo natural no les queda más remedio que mezclarse. Y para bien.

El Chichu Art Musueum, no es un museo de esos que requieren de mochila, viveres y cantimplora para poder recorrerlo, sino que opta unicamente por cuatro obras que son toda una experiencia más el museo en sí (también diseñado por Tadao Ando) que es otra pieza digna de visitar. Nenúfares de Monet, la espectacular bola de granito de Walter de María al final de la escalera, el juego con nuestros sentidos de James Turrell y los 2573 metros cuadrados de museo te dejan con la boca abierta (No dejeis de echar un ojo a las fotos en la web, que estaba prohibido darle al gatillo).

Realmente es otro concepto de museo diferente a los que hasta ahora estaba acostumbrado a ver. Si tengo que elegir me quedo con Monet, sus nenúfares y la habitación blanca impoluta que han preparado para ellos. Acompañada además en las afueras del museo por un jardín basado en unos cuadernos del mismo artista. Sólo faltan las damas decimonónicas, portadoras de sombrillas, plasmadas en sus cuadros.

El museo Benesse, parte del complejo Benesse House, es menos impresionante, pero igualmente curioso. Un lugar que juega con el espacio y el arte y que te deja con ganas de más. Basta de esas salas de museos repletas de piezas que se pelean por robar protagonismo unas a otras.

Una vez visto esto, es cuando empiezas a vagar por la bahía de sur de la isla encontrándote todo tipo de esculturas y desafíos artísticos por sus recovecos…

… entre los que destaca en todos los aspectos, la calabaza de Yayoi Kusama enfrentanda al mar. Toda una declaración de principios de una de las artistas japonesas más reconocida, original e influyente.

En total casi una veintena de obras repartidas por el sur de la Isla.

Pero no acaba esto aquí. No se vayan todavía, que aún ahí más. En 1998 comenzó un nuevo proyecto con el pueblo de Naoshima (si, sólo hay uno en toda la isla) como lienzo. Artistas de todo el mundo cogieron casas abandonadas y las remodelaron para hacer de cada una obra que mezclara el arte moderno con las tradiciones japonesas y su sentido de la estética. Es el Art House Proyect.

Este es el proyecto a mi parecer más irregular de toda la isla y no todas las casas tienen la misma calidad, pero tiene unas cuantas ideas muy interesantes, en especial «la cara Oculta de la Luna» de James Turrell, otra obra que desafía y juega con nuestra percepción de la realidad.

¿Estáis preparados para el nuevo arte?