Después de alargar, de nuevo, innecesarimente la espera en cuestión de ritmo novelístico pero necesariamente en cuestión de tiempo vital, vuelvo a vosotros para cerrar esta capítulo y dejar para la semana que viene, los nuevos arcos argumentales.

Será esta una crónica breve, pues no estaban los cuerpos de los gerreros zulukus listas para muchos más trotes y los pocos que aguantaban de pie, lo hacían con la mirada perdida mientras los demás se apoyaban los unos en los otros para echar alguna cabezadita en las escaleras, sofa, patio interior, terraza o lo que se pusiera por medio.

Sólo un bravo muchacho tuvo el valor de legañas en los ojos y voz temblorosa, coger el cuchillo de cocina y dar las pertinentes intrucciones al ejercito de zombies para que se pusieran manos a la obra y trocearan pollo, limpiaran la cocina, recogieran los restos de la batalla campal por la casa y pudiera haber comida de calidad para despedir a la cuadrilla. Por si quedaba alguna duda, que espero que no, yo NO era ni tuve que ver nada con ese bravo muchacaho y SI con el soldado raso del ejército de zombies.

Y es que nuestro bravo cocinero, acompañado por su fiel escudero (escudero de muchos otros y fray Cucufate en algunas otras ocasiones) se curraron una media mañana al calor de los fogones para prepararnos una deliciosa paella!!!


Y los demás, sufriendo al aroma de la paella y mitigando los excesos del alma a base de claritas, patatuelas y demás serie de pollanitos varios. Despidiendonos de nuestro enorme hogar y disfrutando al tueste del sol los más lagartijos, entre los que yo me incluyo, con el agravante de que mi cuerpo hace ya mucho que no sintetiza bien la luz del sol. Falta de práctica, creo que se llama.




Poco más que añadir, agradecer a Maese U2K su amor, dedicación y valor para preparar una paella para 20 estando el honor de la familia Sisternas en juego, al Maese Escudero Sancho por estar siempre en medio de la llama y por levantarse por la mañana y decir una frase agradable cuando todos esperabamos una sarta de improperios, al comité organizador porque se lo curraron bestialmente y será digno de recordar y a los que hicieron el esfuerzo de cruzarse la península en avión, coche, tren, autobús para poder estar un par de días juntos.

Ha sido y espero que siga siendo un placer.

Y ahora. A comer. Que se enfría. 🙂