El pasado sábado 2 de Diciembre fue un día histórico para la céntrica calle de Oxford Street. Tanto ella como Regent Street se cerraron al tráfico durante el sábado para permitir la afluencia masiva de viandantes ansiosos de gastar sus dineros en tan comerciales calles.

Para atraer aún más (si cabe) a la muchedumbre se preparon actuaciones en las calles para animar el ambiente, lo cual fue muy de agradecer para mi moral que andaba un poco baja por mi condición de homeless (que espero acabe pronto ^__^). Así que una vez más, Londres te quita y Londres te da y el abajo firmante se lo pasó genial entre el agobio de la muchedumbre (no fue nada apto para claustrofóbicos) y disparando fotos sin piedad.



Entre las actuaciones musicales, destacar a un grupo de papanoeles con un jazz muy digerible y agradable, además de marcarse algún clásico…



¿Os habeis fijado (no se ve muy bien) en el pequeño que está al fondo sentado en un carrito y moviendo los pies con la música? Es absolutamente genial.

No faltaron el grupo de gaiteros (aunque no tenían mucha pinta de escoceses) que a base de ritmo celta y con toda la parafernalia que se les supone, hicieron las delicias y un pasacalles por gran parte de Oxford Street…


Y muchas más actuaciones y muy buen ambiente callejero. De este que me gusta a mí. Mucho Saltimbanqui y trovador, que son los que me sacan las sonrisas. Me encantan estos días de fiesta, porque parece que al menos una pequeña parte de la ciudad de Londres se relaja y sale del estress y del rápido ritmo diario para disfrutar y gustarse un poco más. Me gusta ver a la gente pasarselo bien y olvidarse de todo lo demás durante un rato. 🙂




Y llegamos al as que se guardaban en la manga para acabar con el alto el paso a los vehículos y que nos dejó a todos alucinados. En el centro de Oxford Circus se empezaron a elevar tres globos mientras desde las esquinas cañones de espuma disparaban al aire creando una falsa sensación de que estaba nevando. Salí corriendo como alma que lleva el diablo, esquivando (más o menos) a la gente, para intentar coger un buen sitio para poder ver que diantres estaba pasando…

Desde lejos se veía un caos y no se entendía muy bien lo que estaba pasando… Se veían figuras humanas, ¿donde estaban? Aproximandome aún más pude ver que los globos aerostáticos no eran sino la manera de mantener en el aire a unas acróbatas que enganchadas mediante cables a un cinturon metálico hacian piruetas y volaban por encima de las cabezas de los allí presentes.


Increible. Que cosa más bonita. Precioso. Los pelos como escarpias viendo a las hadas volar por encima de mi cabeza, porque allí me metí yo, con todos los fotografos profesionales y sus megacamaras en mano haciendo barridos de fotos, bajo una lluvia de disparos, ráfagas, flashazos… Quien dijo miedo? Que me teman ellos a mí que allá voy!!!

Me inspiró además para copiarles y probar el modo ráfaga de la cámara, que aún no le había sacado mucho partido y que debo decir que me dejo tremendamente satisfecho.

Un gran invento las ráfagas. Quede muy contento con alguna de las tropecientas fotos que hice (porque ahí dejas del dedo pulsado y te olvidas!! jejeje). La verdad es que fue un fin de fiesta espectacular. Para esto de montar tinglados pase lo que pase, la verdad es que estos londinenses son únicos. Tengo que adorar esta ciudad. No me queda otra. 🙂





Y así se curan las penas, pan y circo. 🙂 Yo disfruto como el que más con el hecho de que cada evento sea una excusa para la máxima parafernalia posible. Me encanta. Que dure mucho más que yo sabré agradecerselo.