Los mercados de granjeros se definen como un mercado donde el granjero, ganadero o productor vende sus productos directamente sin necesidad de intermediarios. Así vende lo que ha cultivado, lo que ha cocinado, recolectado etc.

A los pies de la colina que corona el castillo de Edinburgo se puede disfrutar cada sábado de un mercado de estas características, donde además de los productos típicos en este tipo de saraos como quesos, bizcochos, ternera, pollo, cordero, se puede degustar algo de carne de jabalí o incluso búfalo. El rango es amplio: Fruta, verduras, miel, huevos, cerveza…



Seguramente ya andareis salivando y generando esos jugos gástricos que os incitarán a asaltar esa sana máquina de patatas fritas, chocolatinas y pollanitos varios que todos teneis en vuestras oficinas en lugar de meteros un filete de toro silvestre. La vida es dura lo sé. Pero yo mantuve el tipo sin perder demasiado la dignidad con la frialdad de quién entra en un supermercado sin denterse en cada estante y llenar el carro de tentaciones varias. La clave para mantener la compostura es exactamente la misma. Asaltarlo con el estómago lleno.



En mi caso he de reconocer que la dignidad quedó cuando poco encubierta, a modo de cortina de humo, si he de reconoceros que son los restaurantes colindantes los que se aprovechan del mercado para ofrecer un farmer’s market breakfast (a las 12.30) que nos lleno la andorga hasta decir basta.

Tuvimos la opción de decidir entre el más sano con algo de verde y el menos sano con nada de verde. La opción mañanera sin miedo a la muerte guíada por las influecias hipnóticas estomacales hizo el resto. NO diré más. Productos de primera calidad para decorar las paredes gástricas. Que champiñones, que bacon, que salchichas, que huevo, que pan!!! Desayuno continental o intercontinental diría yo.

Vamos, la bomba que todos necesitamos. Regada con cafelín y zumo de manzana. 🙂 jejeje.

Cambiemos de tercio, pues auqnue no soy metereologo ni mucho menos se leer los cirros, nimbostratos, cumulononimbos y demás tipos de nubes, no seré yo el más indicado para hablar de porque tuvimos los maravillosos atardeceres que tuvimos, no se si será cuestión del frío sin lluvia, del calentamiento global o vaya usted a saber (espero que nuestro metereologo anónimo se pronuncie al respecto), el caso es que hasta cabe la posibilidad de que sea algo que suceda cada día (?), pero a las pruebas me remito, señor juez.







Y el señor que hace los atardeceres se habrá quedado tan ancho.