No eran mis planes para el domingo pero dado que el fin de semana se lo pasó jarreando y tenía intención de pasarme el fin de semana en mi habitación del hotel diferencial me encontré con la solución perfecta a mis problemas. En Tokyo (y a cubierto) realizaban una feria de juguetes. Eso no me lo podía perder! A saber que podría encontrar allí.

Llegue a la cuna friki de los pequeños churumbeles nipones, donde su cerebro se moldearía para convertirlos en lo que son. Me pareció una feria de lo más divertida, lógicamente orientada para los nanos, pero con muchas reminiscencias a mi primera juventud: Bola de Dragón, Los Power Ranger (siguen vivos!!!) Caballeros del Zodiaco, mucho transformer y mucho Tech derivado (incluso algun MusculMan – con cariño para el inconformista nocturno)…

… incluso un ULTRAMAN…

… hecho de ultramanes pequeñitos! Que más se podía pedir. Se podría pedir un Gozilla a tamaño real, vale, pero además de eso? Que más? Eh?

Mucho robot y mucho cacharro electrónico, pero algo que me dió un poco de mal rollo y es que los nuevos robots, metidos dentro de peluches, ya empiezan a reaccionar a todo tipo de impulsos por nuestra parte, desde reconocimiento de voz, hasta caricias! Era un poco espeluznante ver a los niños (y los no tanto) acariciar a los robots y que estos ronronearan, maullaran, se alegraran, sonrieran… No sé. Algo en mi cabeza me decía que eso no estaba bien. Supongo que pasó lo mismo años ha cuando el primer peluche suplantó a una mascota de verdad, pero no sé, no sé…

Si que me divertí mucho entre los japos dando gritos y los númeritos que iban montado, pero claro, el no entender nada es lo que tiene. Yo sólo me reía y hacía fotos a diestro y siniestro, me hubiera gustado llevarme alguna pijada, pero al final llegó la cordura y decidí que no puedo empezar a acumular morralla (al menos mientras me dure la conciencia y a menos que se llame material fotográfico) que luego cuesto mucho llevarse las cosas de vuelta a casa.

Sí que me encantó este detalle del aparcamiento del carrito de los niños, mientras los papis los llevaban de cola en cola para que pudieran jugar. Me hacía mucha gracia ver a los padres intentando disimular el aburrimiento mientras los chavales gozaban.

Fue este uno de esos eventos que no sería capaz de describir con fotos, así que intentando aprovechar este mundo más audivisual que tenemos he montado este video más o menos recopilatorio con cosas que me llamaron la atención y que pude captar con la cámara. Claro que la experiencia se vive en vivo, pero así se puede compartir un poco más, no? Lo mismo algo os suena, lo mismo no… ya me diréis que os parece!

Y por último, os pongáis como os pongáis y escudándonos en que nosotros también jugabamos a indios y a vaqueros, lo de enseñar a un niño a manejar una sierra electrica como si fuera Jason Voorhees, la verdad es que tampoco lo veo nada claro.

He dicho.