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¡¡Más madera!!  ¡¡Es la guerra!!. No hay miedo. No podemos ser menos que ellos. Si una horda de japoneses enfervorecidos pueden pasar uno de sus días de fin de semana bajo los cerezos nosotros también podremos, aunque haya que luchar por nuestra vida y por un pedacito de sitio. Bayoneta, granada de mano, recortada, subfusil de asalto, lanzallamas… si, ya estamos preparados.

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Bueno, realmente fue Pablo el que estuvo preparado que fue el que se dio el madrugón para poder entrar y coger sitio desafiando a la marabunta nipona. Y a pesar de que cuando le encontramos le faltaba una mano, cuatro dientes y los arañazos cubrían su cuerpo, lo cierto es que el lugar era excelente. Situado en una de las praderas del Shinjuku Gioen, bajo los cerezos, teníamos un gran día de picnic y hanami (mirar las flores) por delante. 

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No había pasado antes por este parque y la verdad es que me sorprendió muy gratamente. Abiertos al público en 1949, tras ser reconstruidos al acabar la Segunda Guerra Mundial, abarcan más de 58 hectáreas con 20.000 árboles de los cuales 1.500 son sakuras. Este parque además es de los pocos que yo he visto en los que te cobran entrada (200 yenes) y no se si será por eso que están especialmente cuidados (y eso que estamos hablando de Japón donde el cuidado se sobreentiende) y que tienen un carácter mucho más familiar que otros.

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Lo mejor de los hanamis es que son una burda excusa para comer y beber. Se hacen las fotos de rigor a los cerezos y acto seguido a zampar. Se abren las mochilas y empiezan a salir viandas para compartir entre los comensales. Después a tumbarse al sol brevemente para seguir zampando. Que vida más dura las del profesional del picnic!

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Acabamos con esta la serie de lugares destacados con Sakura que me han dado tiempo a ver. Los alérgicos pueden respirara tranquilos. Además,  han comenzado las lluvias torrenciales y con las aguas se van las últimas hojitas blancas. Para eso nos quedarán los recuerdos y las fotos. 🙂

Más del Shinkuku Gyoen, aquí.
Toda la serie de Sakuras,
aquí.