Quién me iba a decir a mi cuando salí de Torrejón, hecho un panete, para irme de Erasmus a Alemania, que iba a hacer tan buenos amigos comos los que hice.

Acabo de tener la suerte de que por motivos de trabajo, el amigo Edu, compañero de residencia del platano de Waldstadt en Karlsruhe, tuviera qu pasar unos días por la ciudad inglesa. Por supuesto el que faltaba para completar el círculo era Graham, nuestro londinense favorito afincado en Edimburgo, que no dudó en bajar desde la tierra de las highlands para tan genial evento. Graham es además, el autor de entre otras «la guía Graham de Pubs de Londres» con la que descubrí Londres durante una breve vista un par de años antes de que viniera aquí a asentar mis posaderas de manera más permanente. (No digamos fija)… ^__^


Mientras os dejo adivinar quien es el ibérico y quien el isleño, os comentaré que tal y como cabía esperar, las risas fueron continuas y ya nos echamos unas buenas pintas a la salud del resto de clásicos de la fauna karlsruhera (entre los cuales están alguno de los que está leyendo esto ahora… me temo) 😛

Aprovechamos en un acto cultural que nos pillaba de paso entre pub y pub a visitar la exposición que acoge estos días la National Gallery: Velázquez. Mi idolatrado Velázquez.

Y es que Velázquez es uno de esos artistas que tengo por absolutos genios. Vale que mis conocimientos artísticos no son motivo de jolgorio, pero desde que ví aquella mítica exposición en el Prado (no recuerdo ni la fecha, pero no tenía yo que tener más de 12 o trece años) donde se trajeron obras de todo el mundo para la ocasión, Velázquez me ha impresionado siempre. Me acuerdo perfectamente del madrugón y hacer cola a la entrada del museo madrileño, sin que hubiera salido aún el Sol, para poder disfrutar de sus lienzos. No creo que mis padres supieran lo mucho que esa exposición me gustó, ni todo lo que se me quedó grabada en la parte del cerebro donde se quedan los buenos recuerdos.

Supongo que eso hace que esta exposición en la National Gallery a pesar del esfuerzo que seguro han hecho para que sea de una grandísima calidad, no sea ni por asomo, tan impresionante como aquella. Además me aventuro a decir que la exposición permanente que tienen en el Prado es bastante superior a esta, pudiendo admirarse en Madrid obras como Las Meninas, La rendición de Breda, las Hilanderas y los borrachos. No es que sea una mala exposición valgamé. De hecho se la recomiendo a todo el mundo que no tenga la posibilidad de ir al Prado, pero si pasar por la capi española, meteros un bocata de calamares y disfrutar del genio en estado puro.

Mientras tanto, algunos «highlights» de lo que más me gustó (o que ya sabía que más me iba a gustar… jejejejeje).

De la colección del Prado, la Fragua de Vulcano :

Y Marte (posiblemente el cuadro que más me impresionó de enano y que me sigue pareciendo igual de espectacular):
Y a continuación dos motivos para pagar la entrada:

La vieja friendo huevos de la National Gallery de Edimburgo (aunque sólo sea por ver la clara del huevo a medio cuajar):

Y la venus del espejo: de la propia National Gallery:

Hecha esta breve reseña cultural informaros que tras el lapso artístico, empezamos «la guía Graham de pubs de Londres vol.2» y acabamos en Brick Lane dando buena cuenta de la comida india en compañía de mis dos caseros Marta y Jesús. 🙂

Un rápido día, fugaz y breve, pero intenso y para recordarnoslo muchas veces. Saludaremos desde aquí al calvo y a sus amigos, por los buenos momentos. Fantastic.