No podía faltar. En un viaje de carretera, el trabajo en la sombra lo hace la casa ambulante. El hogar sobre ruedas, los paisajes desfilando tras los cristales. El aire entrando por la ventana. Los más cansados peleando por un sitio en el último asiento. Las maletas, las mochilas, los aislantes, las avalanchas al abrir el maletero, la comida, la bebida, la música sonando, sube esa canción, cambia de CD, para, arranca, sigue, sube, baja, por aquí, por allí, vas por la derecha!, abre ese mapa, quien le toca el asiento de la muerte?, ese DJ, pon los antinieblas, las voces que despiertan a los que duermen para ver ese cielo que no se pueden perder, la caza de ovejas móvil, parar para no ser embestidos, esto no nos cabe?, empuja empuja, la potranca acumulada a lo largo de los días, el barro, las migas de pan, hay que llegar antes de que anochezca, los momentos de silencio, los momentos de gritos, la alegría compartida, el agotamiento acumulado.

Es este post, en definitiva, el homenaje que nuestra sufrida furgo se merece. Por que sin ella, no habría sido lo mismo. Valga entonces, este momento para recodar todo lo vivido en nueve asientos y un maletero. Me lleva, además, a otros igual de buenos, hace cuatro años ya, reunidos al calor de una guitarra en tierras alemanas. No puedo hacer otra cosa que alegrarme de seguir añadiéndole buenos recuerdos!! Imprescindible subir el volumen al máximo!!!

Comencemos el lunes con energía!

¿Donde estarán los besos? Se los han quedao las flores!!!

PD. Eso sí, dad las gracias que he elegido este tema y no el Amante Bandido de Miguel Bosé! 😉