No ha sido un parto fácil, pero ha dado a luz a ni niño bonito. Un cuaderno de viajes que tras un año y mucho danzando parecía abocado a ser otro de tantos proyectos inacabados de los que suelo hacer gala. Me alegro de que algo de irregular constancia haya podido llevarlo al final que se merecía.

A los mandos del Halcón Milenario. Despegamos. Esos motores de propulsión Chewie.

Quizás con las memorias menos frescas que cuando empezó, pero con la añeja añoranza de una experiencia inolvidable y el sabor y el regusto que queda al recordarlo. Atras quedan eneuronados recuerdos, detalles grabados en la memoria donde no habrá quién los borre, mientras otros en cambio se emborronan para recordar lo que nunca fué, pero si el como me hizo sentir.

33 posts, esparcidos esta vez a lo largo del tiempo y el espacio, sin correlación temporal con el orden en que sucedieron, felizmente agrupados bajo la etiquetita de Japón y con un «resumen» de 638 fotos de casi 4.000 durante casí 20 días de idilio agrupadas en un no menos caótico album de flickr.

Disfrútenlos ustedes. Creo que se lo merecen.

Para Beatriz y Carmen que hicieron de excelentes anfitrionas soportándome estoicamente, viajando conmigo y haciendo un esfuerzo extra para sacar el tiempo que no tenían para poder dedicármelo. Mil gracias. 🙂