(Cortesía de Minube, dentro de uno de sus clásicos Minubetrip está vez por la Comunidad de Madrid)
La primera parada en Torrelaguna me trajo a la memoria imágenes de pueblo, ajenas a las que usualmente me he malacostumbrado a ver en las ciudades dormitorio de Madrid. Pero no todo es asfalto, hormigón y edificios en esta comunidad aunque a veces, ensimismados como estamos entre autopistas, radiales, trenes, metros y autobuses se nos olvide verlo.
No es por lo tanto, la fiera madrileña tan dura como la pintan. Más allá de la Sierra hay más zonas de campo de las que generalmente vemos a primera vista, aunque no deberían culparme sólo a mi. Permanecen ocultas mucho no sólo para los ojos novatos sino incluso para los más entrenados. Si no que se lo digan a las huestes napoleónicas, que durante la invasión francesa ni siquiera repararon en su presencia.
Estamos hablando de Patones, que fue durante mucho tiempo un reino independiente donde aún retrocediendo aún más en el tiempo, tampoco sucumbieron a la invasión sarracena. Fue en aquel entonces cuando los �Patones� se lanzaron al monte, huyendo de las hordas islámicas y se asentaron en la montaña. Y allí vivieron durante todo el tiempo de poderío musulmán, manteniendo sus costumbres.
Ahora, descubierto ya su secreto y perdidos sus privilegios todos sus habitantes se ha convertido, en uno de los puntos de relax de la Comunidad. O al menos un relax teórico. Porque ahora, renombrado como punto turístico, es imán de las nuevas hordas, las madrileñas, a la búsqueda de una buena comilona acompañada de aires serranos. Tanto que hasta dispone de alojamientos de cuatro estrellas. El business es el business.
O así dicen que son los fines de semana en el pequeño reino, pero entre semana, cuando nosotros lo visitamos, era un oasis en calma, de calles y casas empedradas sobre una colina de pizarra. Un poco fantasma, si me permiten, con las calles tomadas por gatos al sol entre unas cuantas casas abandonadas.
Sea como fuere, no dejó de ser una sorpresa y el recordatorio una vez más, de que en todas partes hay rincones que merecen la pena ser descubiertos. Lo que se perdió le Petit Cabrón.
Patones y toda la zona del Atazar, Ponton de la Oliva y esa zona de la sierra en general están muy muy bien. Además de que están a tiro de piedra de madrid…
Qué bueno!!! Patones, de los únicos pueblos (bonitos) de la Comunidad que me quedan por conocer… Este post, desde luego, invita!!!
Qué maravilloso lugar, qué maravillosas fotos y que maravilloso blog, me ha encantado!!
Saludos de otra viajera!
Living to travel
¿Torrelaguna? Me suena, me suena… 😉
Pues a mi me da pena que estos sitios se contaminen con el turismo masivo. Demasiada gente que va sólo a lo que le cuenta una publicidad o una guía y poco se preocupa de vivir o de saber más sobre el lugar.
Borque, mucho que descubrir en la comunidad de Madrid todavía! 🙂
Gonzalo, es muy chulo. Aunque si puedes ir fuera de fin de semana, creo que mucho mejor…
Lola, gracias!
Japogo, jejeje… 🙂
Zumito, pues si, muy cierto… pero es inevitable. Para el pueblo es una manera de estar vivo. Cuantos otros han desaparecido o están abandonados porque ya nadie tiene una excusa para ir a verlos…
🙂