Situado en la zona noroeste de Londres está Little Venice, un bonito barrio con la particularidad de que tiene una serie de canales que bien le podrían haber valido el nombre de Little Amsterdam, pero supongo que pensaron en el momento que lo crearon que lo de Venice tenía más glamour. Vaya usted a saber.

El caso es que en la zona se juntan barcas de individuos que han decidido que habitar en una casa no es lo suyo y han hecho de este medio de transporte su hogar.

Y es que estas barcas tienen de todo, cocina, terraza, comedor, sala de estar, dormitorio… En un espacio muy reducido, minúsculo, no os vayais a pensar. Es curioso la decoración que gastan dichas embarcaciones, decoradas con dibujos a mano con motivos que las hacen parecer de hace ya unas décadas.

Como las mentes más audaces ya habrán deducido, tambien hay quien tiene la barquita fija amarrada al mismo punto del puerto y la usa como cafetería o pub, para deleite de las gargantas de los viandantes o turistas de la zona.

Y este fin de semana, se celebraba una reunión de barqueros de toda la zona, que atravesando canales se acercaron a Little Italy a compartir la vida del ligero navegante entre sus compañeros marineros. Para tal evento a las orillas de los canales se dispusieron puestos de comida, baratijas y cosas por el estilo, que no hacen si no dar ambientillo a la zona.

Asi que si generalmente hay unas cuantas embarcaciones por la zona ahora los canales estaban llenos, estando además las barcas decoradas para la ocasión. Y creanme que tampoco era nada demasiado ostentoso, ni nada que pasará a los anales de la historia como «lo más» en motivos decorantiles navegueros.


Eso si, el ambiente es delicioso y es casi siempre acompaña el sonido de alguna orquestilla tocando música en alguna de las barcas o de las orillas del río. Tanto de día…:

…como de noche:

Y es que el domingo por la noche, a modo de despedida, se celebra una especie de procesión en la que los visitantes abandonan dicho canal para volver al suyo propio tras haber pasado un par de días, cual moteros en una convención, junto a los marineros de agua dulce de la zona.

Para ello, las embarcaciones se iluminan de un modo megahortera llamativo, y abandonan la zona entre los pitos y bocinazos de los barqueros residentes.

La verdad es que es bastante gracioso el estar en medio de los pitidos y los bocinazos. Ya nos echamos unas risas, ya. Y más sobre todo si en alguna de las barcas aparece el capitán Haddock o el capitán Frudesa para amenizar al personal.

«Rayos y centella, Repámpanos, retruenos, vire a babor grumetillo!!!» 🙂 No puedo decir que sea algo imprescindible del panorama londinense, pero si que resulta cuanto menos curioso y digno de sonrisa.