¿Quién de vosotros no cambiaría el paseo en el tiovivo o el coche de la bruja o hasta incluso la olla o los coches de choque, por unas pequeñas clases de trapecio? Esta fue una de las propuestas más originales que pudimos ver en el Thames Festival. Por un módico precio de 7 pounds, le enseñamos movimientos básicos y le colgamos boca abajo para que luzca sus músculos o sus lorzas y para que sea motivo de admiración o el hazmerreir de los espectadores.

Pues bien, si sois de los que habeis respondido que si, os advierto que os espera una cola de espanto para poder dar diversión a los que como yo, con un físico envidiable (tanto que cojo agujetas abdominales cada vez que bailo Paquito Chocolatero… pero eso es otra historia), preferimos ponernos en la barra y sentados observar a los que con un similar estado físico al de King Africa se piensan que pueden vencer a la ley de la gravedad por unos segundos (craso error) o que se nos pongan los pelos como escarpias cuando vemos a alguno que se hace dueño del aire por esos breves instantes.

Tambien para los más osados, está el nivel expert, en el que se añade a uno de los profesores en otro trapecio para intentar enganchar con él. ¿Lo más divertido? La emoción del directo, el aguantar la respiración viendo si llegará o no, si se caerá o hará que la gente brote en aplausos. Pero esto, amigos míos, es la magia del aire.