La tortilla de patatas es algo maravilloso. No sólo es barata y te salva de cualquier apuro, sino que además te permite parece un cocinero de verdad ante los ojos de quién no sabe hacerla. La desinformación siempre ha sido motivo de poder.

Además ya sabemos que al hombre (y a la mujer aunque intente negarlo) se nos conquista por el estómago y si a las tortillas les añadimos un poco de lomo bejarano y queso curado, con un poco de pan, bañado con un poco vino riojano y preparamos un poquito de pantumaca, nos queda un cenorrio muy saludable que hará las delicias de los comensales. Y si además te retrasas un poco y generas hambre entonces, el éxito esta asegurado.

Porque mis queridos amigos, así ha sido como he comprado la reciente amistad de mis compañeros de casa. A golpe de tortilla de patatas. Un conglomerado de huevo, tubérculo y cebolla. Desde luego el ser humano es facilmente contentable.

Así que tuvimos una cena de bienvenida de lo más agradable posible. Lo que siempre es una buena manera de empezar con nuevas amistades. De momento sigo con esa sensación de cosquilleo en el estómago y de como será esta nueva etapa en mi vida londinense. Incluso me permito pensar, morbidamente, como acabará. Jeje. Nos volverán a echar? Se derrumbará la casa antes? Mal sehen. 😀

Me permitiré la licencia de presentaros a mis nuevos compañeros de piso, por fin, tras tanto tiempo.




Dos neozelandeses, una francesa, una australiana y un danés ausente al que solo he visto un minuto en mi semana en el piso. De momento mi periodo de adaptación al nuevo medio esta siendo bueno así que espero que siga todo bien y mejorando y cogiendo confianza con ellos. Los que me conoceis ya sabeis que soy de coraza y me cuesta algo más que la media empezar a abrirme. A ver que pasa. 🙂

Me voy a tomar la confianza tambien de mostraros mi nueva cueva oscura en la pérfida Albión para que veais los suelos sobre los que vuestros huesos van a reposar cuando vengais a garrapatear, chorizo y lomo mediante.

En primer lugar mi habitación decorada con la colada. Si pensabais que el suelo de la otra casa era ruidoso, olvidad todo lo que imaginabais hasta ahora. La cantidad de melodías que transmiten las crujientes y rechinantes maderas es espectacular. Lo bueno es que soy el afectante y no el afectado al estar mi habitación en el último piso. Siendo egoistas mejor ser molestardor que molestado. La vida es dura, vecinodeabajo.


Esa enorme ventana es la causante de que a la habitación le cueste más de lo habitual el calentarse, pero también tengo la suerte de que entra sol casi todo el día por ella. Obviando el detalle humoristico del sol en Londres. Pero cuando lo haya, entrará por esa ventana. Tambien me da vista directa a nuestro jardín. Lo que es importante sobre todo sí tenemos en cuenta que si mirara hacia la otra dirección tendría coches pasando bajo mi ventana, lo cual no molaría nada.

Como buenos antipodeanos ya os podreis imaginar que a pesar del frío invernal los kiwis ya se han marcado una barbacoa. Ole. Sin miedo.

Y bueno para los que os hayais quedado con ganas de más, y querrais ver cocina y salón (sin entrar en mucho detalle de las ronchas de la primera) aquí las teneis.



Ya os veo afilando los colmillos, garrapatas mías. Ya sé que no habrá manera de disuadiros de venir por aquí, asi que al menos venid cargados de productos porcinos. En breve se abre la segunda temporada del hostal Izquierdo. Ejem Ejem.

Para Marta y Jesús, por su hospitalidad, por su generosidad y porque he descubrido a dos personas que son todo corazón y que me han tratado maravillosamente bien. Gracias.