Al sur de Kyoto unos largas líneas rojas decoran las montañas. Miles de toriis de color rojo, forman un interminable ciempiés de 4 kilómetros de longitud en honor de Inari, el Dios del Arroz y el Sake, del que se dicen que los zorros son sus mensajeros, y este es su templo más importante en todo Japón.

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No es para menos. Desde que Fushimi Inari Taisha se empezó a crear en el siglo VIII, más y más puertas se añaden cada año, fruto de donaciones, haciendo del paseo a su rojiza sombra toda una experiencia. Es simplemente precioso. Y lo digo como una de las cosas que más me gustó de todo el viaje a Japón.

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Estaba completamente alucinado atravesando el bosque, puerta a puerta, encontrando pequeñas paradas de piedra y velas, descansos para el alma y para asegurar la prosperidad que trae el arroz.

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No terminamos el recorrido, como buenos hijos de la vagancia y víctimas de un planning bastante exigente, pero aún así dejó un inmejorable recuerdo.

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