En 1918 el emperador de regaló a los habitantes de Tokyo el espléndido parque de Inokashira. 383,773 metros cuadrados adornados con pinos, cipreses, azaleas y por supuesto cerezos a lo largo de un enorme y alargado lago en su parte central.

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Es por lo tanto uno de los lugares claves para disfrutar del Hanami. Hanami (��) significa literalmente «ver flores» aunque se asocia directamente con ver a los sakura en flor. Esto implica más cosas a parte del noble arte de la contemplación, porque contemplar está bien, pero si además se acompaña de comida y de bebida pues mucho mejor. Total, que es una nueva excusa de los japoneses para ponerse púas y beber sin miedo bajo la preciosa estampa de los cerezos.

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Lo curioso de está tradición es que se celebra en todos los ámbitos, tanto con familiares, amigos, como con los miembros de una misma empresa… Dada la organización japonesa, no pensaréis que la gente va a cascoporro a sentarse bajo los cerezos. No. Como son mucho más civilizados mandan a un soldado de infantería (que en el caso de las empresas, suele ser el novato que acaba de comenzar) cargado con un plástico azul a tomar la posición y guardar el sitio hasta que llegan el resto del a tropa. Así los suelos se van llenando de azules que a su vez se van llenando de japoneses cargados de comida, bebida, e incluso los más profesionales con mesitas.

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Volviendo al parque, este contiene un pequeño templo a orilla del lago en honor a la diosa Benzaiten (al igual que la isla de Enoshima) de quién se dice que lanzó un hechizo de manera que aquellas parejas que se aventuraran a montar en barca por sus aguas tendrían mucha suerte en su relación. Oh la la! El amour! Es por eso que las barcas son una de las mayores atracciones del parque.

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¿Cómo resistirse?

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Más fotos que cuentan con el beneplácito de la mísmisima Benzaiten, aquí.