(Algo similar a este post debería haber sido escrito el 26 de Julio de 2009)

Parecía el fin del mundo. Un lugar que antaño había gozado de prosperidad y que una vez abandonado y dejado al control y reinado de la naturaleza había vuelto a ser ocupado por los últimos habitantes de la tierra. Rostros pintados y labios ensangrentados, enganchados por dentro y fuera de vehículos que ignoraba como podían seguir funcionando.

Una segunda visión revela una imagen completamente diferente. Myanmar es un lugar especial. Las calles bullen con actividad, los puestos callejeros y mercados copan las �aceras�, parte de las calles y todo son sonrisas. La sangre de sus bocas no es tan (afortunadamente), sino betel (nuez de areca), una planta que mastican y que vendría a ser su chicle. Las caras están maquilladas con tanakha, una crema hecha con sándalo, que aparte de su función decorativa actúa de protección solar.

�Birmania no se parece a nada de lo que hayas visto�, dijo Kipling. Y es cierto. Es un mundo aparte. Mucha gente considera que Myanmar es el último lugar de Asia que conserva su autenticidad. También es cierto, pero es un precio demasiado por vivir aislado del resto mundo.

Es imposible entender Myanmar y su situación actual sin entender un poco de su historia reciente. Una breve radiografía valdría para entender que este país, a pesar de tiene una mayoría Bamar, está formado por más de 100 grupos étnicos, algunos de los cuales no comparten ni idioma ni costumbres con el resto de la población. El mestizaje es brutal.

Remontándonos a 1824 fue invadida por el ejército inglés y formó parte del Raj Británico, pero las desavenencias con la población fueron cada vez mayores. Los británicos que entre muchas otras cosas no respetaban ni su cultura ni sus tradiciones fueron haciendo que la sublevación se volviera inminente. Birmania exigía su propia independencia.

Aung San (quédense con este nombre), un revolucionario Birmano, pidió ayuda durante la Segunda Guerra Mundial al ejército japonés, que accedió a combatir derrocó a los ingleses. Para Birmania fue salir de la sartén para caer en las brasas. Los japoneses resultaron ser mucho peores que los ingleses. Birmania seguía sin ser libre, sólo había cambiado de dueños. Los birmanos eran tratados como perros.

En un efecto boomerang, Aung San se volvió hacia los ingleses, que reconquistaron Birmania y esta vez si la declararon independiente. Corría el año 1945. En todo este proceso las minorías étnicas fueron las que más habían sufrido. Muchas habían sido salvajemente masacradas y no querían saber nada de Birmania. Querían su propia independencia.

La situación era totalmente inestable, similar a una olla a presión. Aung San parecía ser el único con posibilidades de solucionarla pacíficamente. Convencido de la importancia de todas las regiones y sus poblaciones trabajaran para un fin común, propuso a todas formar parte de un único país durante 10 años. Pasados los cuales quién no estuviera contento podría separarse. Esta maniobra daría tiempo para que las aguas se asentaran y a intentar organizar un futuro para el país.

Aung San no vivió para verlo. Fue asesinado en 1947 por sus rivales políticos. Por aquel entonces ya habían numerosos grupos étnicos revolucionarios luchando militarmente por su separación. Fue sustituido por U Nu que mantuvo el gobierno democráticamente hasta que el 2 de marzo de 1962 el general Ne Win dió un golpe de estado. U Nu fue encarcelado y el país entraba en una dictadura militar cuyo giro hacia el socialismo lo sumía en la mayor de las pobrezas.

Llego 1988 y con él una de las fechas más negras de la historia de este país. La gente no aguantó más y el 8 de Agosto (8-8-88), tomo las calles. Allí estaban estudiantes, monjes, doctores, mujeres, niños. Fueron masacrados. Alrededor de 10.000 personas perdieron la vida. Las cifras oficiales en cambio hablaron de 95 muertes y 240 heridos.

Se sucedían los problemas y de nuevo… otro golpe de estado. Mismo perro con distinto collar. Saw Maung a cargo del SLORC (State Law and Order Restoration Council) tomaba el poder y se oprimía aún más a la población. Al mismo tiempo dejaba de llamarse Birmania para renombrarse como Myanmar.

La presión internacional obligó a que en 1990 se celebraran elecciones. En esas elecciones se presentaba la Liga Nacional por la Democracia (NLD) liderada por Aung San Suu Kyi, la hija de Aung San.

Aung San Suu Kyi arrasó. Obtuvo alrededor del 80% de los votos. Pero el SLORC anuló las elecciones. Una cosa es celebrar elecciones y otra tener que hacerles caso. Desde entonces Aung San Suu Kyi está en arresto domiciliario. Las fuentes oficiales indican que para su protección. Otro ejemplo de coherencia. Y mientras tanto, el gobierno de Birmania sigue batiendo records negativos ignorando y pisoteando los derechos humanos.

¿Que hacía yo en Myanmar? La respuesta es complicada. Hay un gran debate actual sobre si el turista debería visitar el país o no. Por un lado el gobierno realizó una serie de mejoras en el país para atraer a los turistas (y a su dinero, claro). El problema es que para ello utilizó mano de obra en forma de trabajos forzados. Se obligó a la gente a trabajar por la fuerza y en primarias condiciones en autopistas, puentes, etc. Esto llevo a gobiernos internacionales a sumarse a un boicot internacional y a pedir que no se visitara Myanmar al mismo tiempo que se bloqueaba el comercio.

Un Boicot cómo idea es tremendamente poderosa. Cerrar comercialmente a un país puede colapsarlo, pero lamentablemente no suele solucionar nada. Tenemos los ejemplos de Cuba y Corea del Norte. Los ricos siguen paseando en limusinas y la gente se ve obligada a adquirir sus productos en el mercado negro. Además el bloqueo nunca es total y estamos muy equivocados si pensamos que el mundo occidental puede aplicar los mismos criterios al mundo asiático. Los países colindantes siguen haciendo negocios con Myanmar.

Tailandia compra tanto gas al año como lo que el turismo podría generar en cuatro años. China también obtiene materias primas casi regaladas a cambio de su apoyo al régimen, y ¿Quién se atreve a enfrentarse a China? De momento nadie.

Por otro lado la presencia de turismo puede ser beneficiosa para la gente. Los derechos humanos son más respetados en presencia de turistas y siempre se puede contribuir a la economía local dando el dinero directamente. Es por eso que viajar a Myanmar supone una enorme responsabilidad. Por un lado hay que minimizar el dinero que va a parar a las arcas del estado, intentar evitar los aviones, los hoteles dirigidos por el gobierno y similares y centrarse más en alojamientos, guías y comercios locales, donde el dinero al menos va para las familias a los que se lo dan.

Apenas un 50% del pais se puede visitar. Internet funciona realmente mal y muchísimas de las webs están bloqueadas. Acceder al correo se puede hacer mediante proxies y similares aunque suelen fallar bastante y los pobres encargados de los cibercafes se pasan el rato cambiando IPs y demás. Los teléfonos móviles están bloqueados. Una tarjeta SIM liberada cuesta la ridícula cantidad de 2000 dólares. No hay cajeros automáticos en todo el país. No se puede pagar con tarjeta. Actualmente la moneda oficial es el Kyat y la equivalencia es de 1250 kyats por un dólar aunque Desde el punto de vista del gobierno Birmano, la equivalencia es de 6 kyats por un dólar. Sólo queda recurrir al mercado negro para conseguir unos cambios aceptables, alrededor de 1000-1100 kyats por dólares.

Es un país cuyos habitantes no conocen lo que es vivir en paz. Es por eso que la amabilidad de la gente, sus sonrisas permanentes, su humildad, su humanidad te conmueven hasta lo más profundo, porque están hechos de la madera de los auténticos héroes, los que se levantan tantas veces como se caen y siempre ponen su mejor cara. En pocos sitios me he sentido más especial. El país es precioso y espectacular pero son excepcionales. Están a otro nivel. Y sólo puedes admirarlos y desearles el futuro mejor que se merecen.

Y por si vale de algo, contarlo.

Más fotos desde Yangón, su capital, aquí.