La carretera serpenteaba en giros imposibles descendiendo abruptamente hacia Sa Calobra, en un recorrido de auténtico vértigo que ahora, en estos meses preprimaverales apenas tenía bullicio, pero que en verano se volvía una autopista de coches y autobuses con incapacidad física para pasar al encontrarse frente a frente según donde. Vamos, que en un par de meses llegar hasta la cala iba a ser mucho más divertido (o frustrante), pero ahora teníamos el camino casi para nosotros, adaptándose como buenamente podía a la abrupta, escarpada y atolondrada orografía de la Sierra de Tramontana.
Había tenido la posibilidad de tener un par de días libres en Mallorca y no pensaba desaprovecharlos y muchos menos para volver a recorrer esta maravilla natural que da forma al Norte de la Isla, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2011.
Es necesario tener tiempo y tomarse con calma aunque solo sea el más básico de los recorridos por carretera y no solo por las inacabables curvas, sino porque el cuerpo pide parar en cada mirador a deleitarse con las vistas de valles que se hunden y montañas que se perfilan contra el mar.
Sa Calobra como afortunadamente muchas de las calas de Mallorca, era una maravilla de aguas cristalinas y claras y mientras en resto de la península se ponía la bufanda para salir a la calle yo iba desprendiéndome de más y más piezas de ropa según avanzaba el día. Podía imaginarme lo que sentirían las decenas de alemanes que pululaban por allí huyendo del frío centroeuropeo. Era esta combinación el precoz calor y brisa marina un imán irresistible.
Y muchos obviaban el hacerse vuelta y vuelta en la playa para irse a la sierra donde cada vez más y más gente está descubriendo que no todo en Mallorca es playa y que hay muchas otras opciones de turismo más rurales, ecológicas y deportivas. De hecho fueron innumerables la cantidad de ciclistas que nos encontramos disfrutando de la sierra (lo de disfrutar creo que es una licencia poética, porque con las cuestas que tenían que superar creo que iban más por la autosuperación que por el disfrute).
Un nuevo mercado de agroturismo, con hoteles rurales esparcidos en casas reformadas por la sierra en un entorno precioso, algo alejado del ya clásico fiesta y playa que tantos quebraderos de cabeza dan a los autóctonos que han visto como la isla, su isla, se ve invadida año tras año y va perdiendo belleza y encanto.
La otra cara de la moneda supongo que será lo que hacen su Agosto en esas mismas fechas, así que de momento parece que será difícil contentar a todos, aunque los planes parecen que pasan por intentar virar y llegar cada vez más al llamado �turismo de calidad�.
Pero yo, ignorante y desconocedor de esos problemas tan acuciantes en el verano, encontré la isla casi idónea en estas fechas para visitar. Aun había que ser un poco valiente para lanzarse al agua, pero si se podía vivir sin estar en chanclas y bañador era de lo más agradable. Con la posibilidad de comerse al sol, en pleno mediodía, un pa amb oli sin derretirse. Claro que allí, en el centro de Sóller, casi tuve que desempolvar mi alemán para comunicarme (o para cotillear las conversaciones de las mesas colindantes, of course).
Aunque en mi paseo repetí unos cuantos sitios obligatorios de mi última visita como Cala Deia o el siempre agradecido atardecer desde Sa Foradada (a nadie le duele repetir con los tesoros) también me llevé una nueva vista de Palma desde la colina encima de Génova o mi deseada foto de la espectacular Catedral en la hora mágica.
Cómo siempre, más corto de lo que me gustaría y aunque me quedé con ganas de darme un baño, me parece que para la próxima visita voy a preferir llevarme las botas de montaña y recorrer, esta vez a pie, alguna de las rutas de la Tramontana. No es mal plan, ¿no?
Para Castresana, magnífico anfitrión, amigo y guía y para Katiana y Javi que me llevaron de cañas. 🙂
una buena visita aa tierra del gran Andrés Jarit
Estuve en Mallorca una semana a mediados de noviembre, una buena fecha para disfrutar de todos los rincones de la isla con calma y aún buen tiempo. Genial la carretera de Sa Calobra, vigilada por las cabras mallorquinas que saltan entre las rocas.
Ahora me entran más ganas de ir a Mallorca
Bonitas fotos!! Al lado de la calobra al otro lado esta cala tuent que es preciosa! La proxima vez a ver si te da tiempo de venir a Galilea! Y te invitamos a un cafe!
Grande Castresana, seguro que os echasteis unas cuantas risas 😀
Gran Isla…buenos recuerdos me vienen de mis visitas! 🙂
Qué maravilla de sitio que aún no he tenido la suerte de conocer. Me encantan sobre todo las 2 últimas fotos, y esa carretera serpenteada me recuerda un poco a la de la Sierra de Urbasa.
¡Buen trabajo Ignacio!
Como siempre unas fotos increíbles. Especialmente las de noche. Felicidades! 🙂
Mis próximas vacaciones espero poder ir a Mallorca, me dicen que es preciosa.
Que pasada de sitio! Ya se donde voy a ir las próximas vacaciones..
Felicidades por el blog!
Un abrazo enorme.
Maribel
Bonitas fotos y bonito lugar.
Felicidades por el blog
Saludos
Pilar
Una visita pendiente para este 2016, Mallorca y Formentera. Buena entrada y geniales fotos
Feliz año!!
Me a gustado mucho este articulo.