Tengo una relación corta pero muy bonita con Gijón. Hasta donde me llega la memoria (hago el inciso porque quizás si la visité alguna vez antes, allá cuando era un renacuajillo) la descubrí a finales de 2017 y me sorprendió esa magia que rezumaba la playa de San Lorenzo junto al cerro de Santa Catalina. Me pareció un espectáculo de ciudad: cómoda, bonita, rodeada de mar y naturaleza, verde, con una gastronomía brutal y con el encanto intrínseco, que presupongo sin miedo, del norte de España.

Volví tiempo después con mi querida Alicia para el proyecto de «Xixon, mi lugar» en el que estuvimos creando cuatro vídeos maravillosos que ya me ligaron definitivamente a la ciudad.

He vuelto algunas (pocas) más veces pero casi siempre fugazmente así que me hizo enormemente feliz poder volver hace pocas semanas y pasar de unos unos días recorriendo sus calles, paseando por la orilla del mar, dando una charla en el instituto de La Laboral sobre mi travesía por la Vía Dinárica y conociendo su histórica semana internacional de montaña.

Unos días que fueron una excusa perfecta para hacer algunas fotos, algunos vídeos y poder volar un poquito para verla desde los cielos. He aquí algunas de esas fotos que seguro que disfrutáis los que conozcáis Gijón y os guste reconocer sus rincones desde los aires y espero que a quién aún se le haya resistido una visita a esta ciudad asturiana de mar les anime a darse una vuelta y caer totalmente enmaromado de su encanto.

¡Hasta pronto, Gijón!