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Refugio de Vegarredonda – Refugio Vega de Ario (por los Lagos de Covadonga)

Distancia: 17,3 km.
Desnivel Positivo: 645 m
Desnivel Negativo: 463 m
Duración: 6:30 horas.

Descargar etapa GPX (Wikiloc) (Esta etapa está realizada por los Lagos de Covadonga. Hay otra ruta alternativa, que une ambos refugios a través de Aliseda).

(Perfil de la etapa)

10 de Julio de 2019

Que gusto da madrugar, levantarse cuando el refugio aún duerme y sentir que mientras el resto del mundo se abriga con sueños tu vas a poder – al fin – disfrutar de un amanecer con la luz del sol. Caminaba por el refugio todo lo sigilosamente que mi torpeza me permitía intentando no hacer ningún ruido. Fuera empezaba a asomar una claridad prístina. Siempre se desea algo de nubes que le den el toque de color a los cielos pero viniendo de días de nubes y nieblas no tenía intención alguna de emitir queja alguna.

(¡Buenos días, Picos de Europa!)

Los Picos que conformaban la parte norte del Macizo del Cornión, o macizo de Covadonga, empezaron a iluminarse poco a poco con ese anaranjado que solo puede traer el sol. Pequeñas ascuas en la distancia que sin embargo me regalaban la vista de unas cimas que se me habían resisitido en los días anteriores. Por debajo y hacia el Norte el mundo se sumía en un mar de nubes, pero allí, en esa montaña el sol anunciaba que hoy sí, hoy iba a pasar calor caminando.

Comparado con la etapa anterior, esta podía considerarla casi como una �de recuperación�. Lo escribo entre comillas porque en realidad me esperaban más de 17 kilómetros por delante. El trayecto era más cómodo y salvando algunos tramos puntuales mucho más sencillo, sobre todo en su primer tramo en descenso una vez atravesado el collado de Gamonal hasta alcanzar los Lagos de Covadonga. Es un recorrido más o menos cómodo (todo lo cómodo que puede ser un camino de montaña), quizás un poco demasiado caluroso por eso de que no había nubes que contuvieran al sol. El caso era quejarme, debía pensar la montaña incapaz de dar con la cantidad exacta de nubes para contentar a un servidor.

 

(Algunos excursionistas en dirección contraria, subiendo hacia el Refugio con los Argos y la Torre de Santa María de telón de fondo)

El camino llegaba hasta el parking de Pan de Carmen, desde donde suelen comenzar muchas rutas circulares que acaban alcanzando la cima de la Torre de Santa María, por ejemplo. A partir de ahí el sendero se convertía en carretera de tierra y tocaba caminaba bajo un sol abrasador, lejos de cualquier sombra de árboles hasta llegar a los preciosos Lagos de Covadonga que son uno de los puntos más famosos y conocidos de todo Picos de Europa, quizás por su fácil accesibilidad ya que se puede llegar en coche (aunque haya que reservar antes) o autobús.

Después de haber pasado varios días sin haberme encontrado apenas con nadie, compartir aunque fuera por unos centenares de metros carretera con vehículos y encontrarme con decenas de visitantes fue un poco shock. Me sentía como un Robinson saliendo de la jungla para darme de bruces con la civilización. Creo que ellos compartían el asombro de al mirarme como a un niño mowgli con mochilón cruzarse en su camino.

(El Lago Enol con el Picu’l Mosquital)

(El mismo Lago Enol, hacia el otro lado, con el Cerro Sornín)

(El segundo lago, el de la Ercina desde el mirador de Entrelagos, con el Macizo de el Cornión al fondo)

Disfruté de las vistas. Los Lagos de Covadonga eran de una exquisita belleza especialmente desde las alturas del mirador de Entrelagos, donde se podía ver una preciosa panorámica del Lago Enol con el Cerro Sornín hacia un lado y el lago de la Ercina vigilado por el Macizo del Cornión hacia el otro. Allí estaban la Torre de Santa María, la Torre del Canal Parda, la Torre del Alba, la Torre de los Cabrones y la Punta Gregoriana, entre otros. Imponente.

(Quizás la vista más clásica del Lago Enol acompañado de el Cerro Sornín)

(Lago Ercina desde su orilla, hacia el Macizo del Cornión)

(El Picu’l Mosquital por encima del Lago de la Ercina)

Era el momento de volver a la soledad de la montaña y desviarme hacia la majada de la Bobias donde pueden verse algunas cabañas de pastores que casi se camuflan con el paisaje moteados de rocas de la zona. Comenzaba entonces la subida de la etapa. Un buen repecho, bien traicionero, que salía de Llaguniellu para ascender hasta el Collado de las Reblangas. Resonaban buenos resoplidos entre pasos.

(Las Bobias)

(Subida al Corrado del Jito desde los Lagos de Covadonga, que no se ven en la foto, pero si el Picu’l Mosquital que está entre ambos lagos)

Aún había que subir un último collado (el de Jito) y el sol ya llevaba un rato impartiendo justicia divina, así que os podéis imaginar que la sudada estaba siendo de aúpa. Pero como siempre sucede en estas situaciones, al culminar la subida al collado y ver las vistas que es extendían ante mí desaparecieron los males, se olvidaron los dolores, se hizo más liviano el peso. Delante de mí, frente a frente, cara a cara, estaba el Macizo Central. Y era espectacular.

El Macizo Central o Los Urrieles es la joya de los Picos de Europa, allí es donde están sus cimas más altas con sus crestas elevándose hacia el cielo. Brillaban los 2650 m de Torre Cerredo, el pico más alto de la Cordillera Cantábrica, y brillaban sus compañeros el Pico de los Cabrones, Torre Bermeja, el Llambrión, el Neverón de Urriellu entre otros. La visión de esas agujas de roca es, ya desde la distancia, impresionante. Merecido regalo para culminar la etapa. El Refugio de Vega de Ario estaba ya apenas a unos centenares de metros. Momento de descargar la mochila, pedir una cerveza (la autorecompensa) y sentarse en un banco a memorizar cimas y formas.

(Refugio Vega de Ario)

En este, mi primer contacto con la zona, era incapaz de distinguir nada, de identificar a quienes formaban esa impresionante fortaleza, aparentemente inasequible. Te pueden decir nombres de los picos, pero así de primeras se pierden en su propio eco. Es solo cuando comienzas a caminar bajo su sombra, a sus pies o cuando los atraviesas cuando les reconoces como algo que va más allá del nombre. Yo aún no lo sabía, sentado allí a lo lejos, con la Gargante del Cares dividiéndonos pero esos picos me lo iban a hacer pasar muy mal.

(Panorámica del Macizo de los Urrieles y del Macizo del Carrión. Al final, aunque fuera desde la distancia si que pude ver Peña Santa.)

El refugio de Vega de Ario era pequeño y funcionaba como todos los de la zona con paneles solares. El agua que tienen es bastante limitada. Fue la primera vez que me percaté de este problema en Picos de Europa, donde yo asumía como inexistentes en Asturias. Craso error. Me llamó la atención (y después vi en otros refugios) la utilización de retretes secos. Es decir, sin agua. Imaginénse. Uno se alivia sentado en el trono como cabría esperarse, pero abajo no hay desagüe, sino una cinta transportadora que mediante una palanca manual se llevan las deposiciones a otra zona donde con ayuda de unos gusanos se convierten en compost. Tremendamente inteligente. Todo ventajas.

(El Llambrión poniéndose el pijamita, acompañado a la derecha por Torre Salinas y Torre Friero)

Mi ducha, por tanto se quedó reducida a una bolsa de agua caliente, que me sirvió para recuperar fuerza y músculos. Llamaba la atención que un refugio tan pequeño y en mitad de la nada estuviera vallado casi en su totalidad, pero era una cuestión de fuerza mayor. Era la única manera de evitar que el ganado que circulaba por allí se comiera todo lo que pillara por medio. Eso implicaba, ojo, hasta la ropa que dejabas tendida o las toallas. Para solucionar esto había otra zona vallada, llena de tendederos. El ataque de los bovinos hambrientos. La leche.

Mucha gente aprovecha, si tienen fuerza y ánimos para desviarse desde allí y hacer cumbre en un pico, el Jultayu, que deber regalar buenas vistas sobre el valle, sobre el Macizo Central y desde donde dicen que se pueden ver Caín. Lo desheché y cambié mis vistas por la colina más cercana al refugio: Cabeza Julagua. Que parecía cercana, pero os aseguro que era una buena subidita, que hice en tres ocasiones. Según terminé de ducharme, después de cenar para ver el atardecer sobre el mundo y al día siguiente para ver si el sol se dignaba en salir.

(Buenas noches, Macizo de los Urrieles)

Me despedí por tanto, del mundo esa noche. Mañana me quedaba una etapa que sobre el papel pintaba bastante dura. Pero si hasta ahora había sido capaz de ir completandolas todas, no iba a ser esta menos.

Spoiler: No.

Pero eso es otra historia que será contada en la siguiente etapa.

Más info: Consejos para organizar el trek del Anillo Integral de Picos de Europa | Refugio Vegarredonda | Refugio Vega de Ario

(Torre Salinas y Torre del Friero)

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